El crispado debut de Kim Jong-un
La sucesión en el trono comunista acelera la descomposición del régimen
La sucesión en el trono de Corea del Norte, acelerada por el derrame cerebral de Kim Jong-il en agosto de 2008, que debilitó seriamente su salud, abre toda serie de incertidumbres sobre el futuro de la única dinastía comunista del planeta y agrava la descomposición del régimen. Kim Jong-un, el tercero de la saga, es un inexperto de 27 años, aunque cuando en enero pasado comenzó a rumorearse su ascenso, los hagiógrafos de la corte adelantaron un año su nacimiento.
Para la gerontocracia de militares que dirige el destino del país más aislado del mundo, el joven sufre entre otras muchas desventajas un total desconocimiento de la vida castrense norcoreana. Conocedor de las reticencias del Ejército hacia el ahora llamado Brillante Camarada, su padre le nombró teniente general días antes de que, el 10 de octubre pasado, quedara oficialmente entronizado como heredero durante los actos celebrados para conmemorar el 65º aniversario de la fundación, por su abuelo Kim Il-sung, del Partido de los Trabajadores (PT). Además, fue nombrado vicepresidente de la Comisión Militar Central (CMC), el órgano que no solo dirige a 1.100.000 soldados, sino que controla la seguridad de las fronteras de un país que se siente en guerra con el mundo y, lo que es más importante, su programa de armamento nuclear. Después de dos pruebas atómicas en 2006 y 2009, los expertos consideran que Pyongyang podría tener entre 6 y 12 cabezas nucleares y parece dispuesto a aumentar su arsenal con nuevas centrifugadoras para enriquecer uranio.
Su principal inconveniente es que desconoce el entorno castrense
Kim Jong-il ha establecido alrededor de su joven heredero todo un cinturón de control militar que debe de guiarlo y protegerlo. Ri Yong-ho, ascendido en febrero de 2009 a jefe del Estado Mayor del Ejército y recientemente a vicemariscal y al buró político del PT, es el principal encargado de velar por la seguridad de Kim Jong-un y de su mandato. Ri, de 68 años, representa a la segunda generación de oficiales comunistas que pretende desbancar a los compañeros de armas de Kim Il-sung, muerto en 1994 y nombrado "presidente eterno de Corea del Norte". En esos ancianos generales, que no entienden otro lenguaje que el de la guerra, es donde el delfín puede encontrar su mayor amenaza interna. Sobre todo, si apuesta por las conversaciones a seis bandas para la desnuclearización y por una apertura real de la economía del país, como le demanda China, su principal socio en todos los campos, e incluso Corea del Sur, que pese a la enemistad política y militar, es su principal donante de ayuda humanitaria.
Dentro de ese estrecho círculo establecido por el llamado Querido Líder para Kim Jong-un -que es el tercero de sus hijos- se encuentra la única hermana de Kim Jong-il, Kim Kyong-hui, ascendida a general, y el marido de esta, Jang Song-taek, quien pese a ser un político que ha hecho toda su carrera en el PT y en el Gobierno -lleva casi todo el peso de los asuntos gubernamentales desde que Kim Jong-il enfermó-, fue nombrado en junio pasado vicepresidente de la CMC.
Conteniendo al ala dura del Ejército y asesorando al Brillante Camarada en la administración del país, la saga de los Kim tal vez pueda seguir reinando, aunque la confianza en esta se funde tanto fuera como dentro. Especialmente a lo largo de la frontera con China, donde los norcoreanos pueden ver el enorme avance operado en su vecino e importan de contrabando películas que reflejan la realidad de Corea del Sur.
"Los días del régimen están contados", señala un alto funcionario, que estuvo muy involucrado en la situación norcoreana tras la muerte de Kim Il-sung, cuando, a imagen de lo que había sucedido cinco años antes en Berlín con el desmoronamiento del Muro, se daba casi por seguro que la dictadura no sobreviviría al dictador. Hoy, 15 años después, la situación económica, social y política de Corea del Norte es mucho peor, y de producirse el hundimiento del sistema, la reunificación de la península sería mucho más costosa por las enormes diferencias entre el Norte y el Sur.
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