El coordinador del 11-S reconoce que preparó el ataque en España
Bin al Shinbh se reunió con el jefe de los suicidas en Tarragona - El cerebro de los atentados en EE UU revela la conexión española de un ataque terrorista en Túnez
Ramzi bin al Shinbh, coordinador del atentado del 11-S y preso en Guantánamo, mantuvo en Reus (Tarragona) la última reunión preparatoria del ataque con Mohamed Atta, el jefe de los pilotos suicidas, según sostiene la ficha personal que sobre él elaboraron los militares norteamericanos que dirigen el penal de Guantánamo a la que ha tenido acceso EL PAÍS. Bin al Shinbh asume la importancia de este último encuentro y asegura que no recibió ayuda de yihadistas residentes en territorio español.
El expediente del yemení, incluido por Estados Unidos entre los presos más valiosos y peligrosos de la prisión, es uno de los más extensos y recoge con detalle sus encuentros con Osama bin Laden y con Jalid Sheij Mohamed, el auténtico cerebro del atentado que golpeó el corazón del país más poderoso del planeta y causó casi 3.000 muertos.
Salafistas residentes en España ofrecieron infraestructura de apoyo a la reunión
Mandos españoles de la lucha antiterrorista dudan de la versión de Bin al Shinbh recogida en los papeles de Guantánamo y aseguran que durante su reunión con el egipcio Atta, en julio de 2001, recibieron infraestructura para celebrar el encuentro. Atta llegó a Madrid procedente de Miami (Florida), durmió una noche en el hotel Diana Cazadora de Barajas, alquiló un coche y viajó hasta Salou, donde se encontró con Bin al Shinbh, que había llegado hasta Reus en un vuelo procedente de Hamburgo. Dejaron su rastro en varios hoteles de la costa española, donde reservaron habitaciones a su nombre, pero sigue siendo un misterio dónde durmieron durante varias noches. Un espacio en blanco que nadie ha logrado resolver.
Investigaciones de la Guardia Civil apuntan a que Mohamed Belfatmi, un salafista residente en la zona, les prestó su vivienda para que mantuvieran su reunión en la intimidad. La pista de Belfatmi se agrandó cuando después del 11-S se descubrió que en agosto de ese año, semanas antes del atentado, este inmigrante y trabajador de la construcción había tomado el mismo vuelo que varios compañeros de piso de Bin al Shinbh en Hamburgo que viajaron a Pakistán para desaparecer antes del denominado "bendito ataque" contra EE UU. Y que había dormido en la habitación contigua de estos últimos en un hotel de Karachi. Atta y Bin al Shinbh consiguieron también pasaportes falsos facilitados por un falsificador argelino residente en Murcia, al que supuestamente visitaron, según el estudio kilométrico del coche alquilado por el egipcio y jefe de los suicidas.
Bin al Shinbh no cita, según el relato de su expediente penitenciario, ni al sospechoso Belfatmi, que sigue desaparecido, ni al falsificador, pero sí reconoce que en aquel encuentro Atta le confesó los objetivos del ataque y otros datos relevantes del atentado. El yemení, según su expediente penitenciario, relata cómo el 5 de septiembre de 2001, seis días antes del 11-S, volvió a viajar desde Hamburgo a Madrid y se alojó en un hotel de la calle de Carretas, junto a la Puerta del Sol. El día 7 tomó un vuelo en el aeropuerto de Barajas rumbo a Pakistán y con escala en Dubái. Desde Madrid el único hombre del comando terrorista en Europa que sabía lo que iba a ocurrir telefoneó por última vez a Atta para despedirse. El yemení no explica por qué regresó a Madrid en esas fechas tan claves, ni la causa por la que eligió la capital española para viajar hacia Pakistán, ni quién le ayudó a obtener un carné de estudiante con el que compró billetes más económicos. Los investigadores españoles creen que salafistas residentes en España facilitaron esta infraestructura de apoyo, aunque ignoraran que se preparaba el mayor ataque contra EE UU desde Pearl Harbour, el ataque japonés de 1941.
El expediente de evaluación de Jalid Sheij Mohamed, el cerebro del 11-S, recoge también un dato revelador de otra conexión española con la cúpula de Al Qaeda. El paquistaní reconoce que recibió una llamada telefónica del suicida que estrelló un camión bomba contra una sinagoga en Yerba (Túnez). El atentado tuvo lugar el 11 de abril de 2002, otro fatídico día 11 que acabó con la vida de 22 turistas, en su mayoría franceses y alemanes. Otro ataque planificado por este paquistaní grueso y barbudo que estudió en EE UU y cautivó a Bin Laden con sus proyectos suicidas. El camión bomba fue comprado con dinero enviado desde España mediante una rocambolesca y retorcida operación financiera que implicaba al dueño de un locutorio en Logroño y al empresario valenciano de 48 años Enrique Cerdá, que manejaba a ciegas cuentas de un socio paquistaní en sus negocios de cerámica. Un viejo amigo que resultó ser miembro de Al Qaeda. Cerdá fue condenado e ingresó en prisión.
Tanto Jalid Sheij Mohamed como Bin al Shinbh fueron detenidos en Pakistán en 2002 y trasladados a prisiones secretas hasta su reaparición en Guantánamo, donde les habilitaron una zona especial para presos de alto valor de inteligencia denominada Strawberry Fields (campos de fresas), título de una canción de los Beatles. En abril de 2004, al menos cuatro presos muy valiosos residentes en esta zona fueron trasladados fuera de Guantánamo a cárceles secretas para eludir una inminente sentencia del Tribunal Supremo de EE UU, que rechazó la detención indefinida y sin derechos de los presos recluidos en el penal.
Antes de llegar a Strawberry Fields, Mohamed y Bin al Shinbh sufrieron toda clase de torturas y amenazas de muerte a sus familiares, según han relatado exagentes de la CIA. Está acreditado que Bin al Shinbh fue trasladado a una cárcel secreta en Marruecos donde se filmaron sus interrogatorios. Las cintas han salido a la luz gracias a la investigación de un fiscal federal de EE UU, que rastrea los brutales interrogatorios a los que fueron sometidos supuestos terroristas de Al Qaeda.
Según los papeles del Departamento de Estado de EE UU, los fiscales Cándido Pumpido, fiscal general del Estado, y Javier Zaragoza, fiscal jefe de la Audiencia Nacional, ofrecieron a EE UU todas las pruebas obtenidas en España contra estos dos presos, en el supuesto de que fueran juzgados por tribunales civiles.
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