Los ángeles de Chávez
La aparición de una iglesia bolivariana desata la polémica en Venezuela
Los representantes de la Iglesia Católica Reformada de Venezuela juran que cuando proclaman "alabado sea el Señor" se refieren sólo a Jesucristo y no al presidente Hugo Chávez. Pero su lema -La iglesia del pueblo-, su afinidad con el ideario del prócer de la independencia Simón Bolívar y su participación en los programas sociales bandera del Gobierno venezolano, levantan la sospecha de una filiación política non sancta de este grupo cismático.
La Iglesia Católica Reformada se fundó hace más de un año en el petrolero Estado de Zulia, el más rico del occidente del país, y fue registrada hace tres meses en la Dirección de Cultos del Ministerio de Interior y Justicia de Venezuela. Su prédica, que comenzó en un templo de una barriada pobre, cuenta con ahora cinco santuarios en todo el país y con cerca de dos mil feligreses.
Algunos de sus sacerdotes provienen de las iglesias católica, anglicana o luterana. No tienen Papa y hasta hace pocos meses, tampoco jerarquía. El 29 de junio pasado ordenaron a sus tres primeros obispos en una ceremonia presidida por Leonardo Marín Saavedra, arzobispo primado de la Iglesia Anglicana Latinoamericana.
Marín Saavedra es conocido en Venezuela por una carta que envió al presidente Chávez el 7 de diciembre de 2006, a propósito de la reelección, en la que señala: "La Iglesia Anglicana Latinoamericana felicita, aplaude y admira la elección presidencial del Ilustrísimo Señor Hugo Chávez Frías como nuevo presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Haremos oraciones a Dios para que Venezuela sea la voz de los pueblos de América Latina y que esta nueva forma de sembrar la semilla de la templanza, paz y caridad, sea el eslabón político y social por la recuperación de la justicia, dignidad e igualdad de bienestar para todas las naciones que han sido atropelladas por los imperios". En los párrafos que siguen, el arzobispo solicita apoyo del Gobierno venezolano para realizar un Encuentro Internacional para la Participación Ciudadana que, entre otros objetivos, buscaría "sentar las bases de lo que será la nueva cultura revolucionaria de la gestión y la participación".
Sin embargo, el presbítero Enrique Albornoz, uno de los sacerdotes elevados a obispo en junio, asegura: "No tenemos ninguna relación con el Gobierno. Apoyamos los programas sociales que dignifican al ser humano. Hemos tomado la opción preferencial por los pobres". Albornoz explica que sólo han colaborado con la misión de salud Barrio Adentro y con algunos planes de alimentación. Pero de buena gana, dice, aceptarían que su fundación encargada de atender a ancianos abandonados recibiera algún tipo de ayuda oficial.
Críticas
Tanto apostólicos romanos como anglicanos han puesto el grito en el cielo tras el surgimiento de esta corriente cismática. "Hacemos un llamamiento a nuestros fieles para que no se dejen engañar por el nombre de esta autodenominada Iglesia Católica Reformada", dijo el presidente de la Conferencia Episcopal venezolana, Ubaldo Santana. El obispo anglicano de la Diócesis de Venezuela, Orlando Guerrero, aseguró que desconoce cualquier vinculación de los reformados con la iglesia que él representa.
A diferencia de los apostólicos romanos, los sacerdotes reformados no practican el celibato obligatorio y tampoco proscriben la homosexualidad. Y a diferencia de los anglicanos, no comulgan con la ordenación de mujeres.
Temas más terrenales, como la financiación del Estado a la Iglesia Católica Romana, también se han mezclado con el problema de interpretación de las Santas Escrituras. Gracias a un convenio suscrito en 1963 entre Venezuela y el Vaticano, la Conferencia Episcopal venezolana recibe dinero cada año para el mantenimiento de diócesis y arquidiócesis. Además, el Ministerio de Educación es responsable de costear los gastos de 700 colegios católicos, públicos y privados, que funcionan bajo la dirección de la Asociación Venezolana de Educación Católica. Los pagos llegan con retraso: sólo después de dos meses de protestas, los docentes de estas instituciones recibieron el aumento salarial que les adeudaban desde 2007, valorado en más de 90.000 euros.
Los ataques del presidente Hugo Chávez contra la alta jerarquía católica han sido recurrentes a lo largo de su mandato. Les ha llamado "ignorantes", "pervertidos", "mentirosos", entre otros calificativos, y hasta ha especulado que "llevan el diablo bajo la sotana". La Conferencia Episcopal venezolana también ha sido crítica de la gestión de Gobierno y en 2007 tildó de "autoritaria" la reforma constitucional propuesta por el presidente.
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