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EL OBSERVADOR GLOBAL | Cambio en la Casa Blanca | El análisis
Columna
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Sorpresas para Obama

Moisés Naím

"Anótenlo: tendremos una crisis internacional en los primeros seis meses de la presidencia de Barack Obama. Los enemigos de Estados Unidos la van a provocar para probar el temple de este tipo". Esto no lo dijo un adversario del nuevo presidente estadounidense. Son palabras de Joe Biden, su vicepresidente.

A pesar de que Biden dijo esto en medio del fragor de la campaña electoral, su pronóstico no es una exageración retórica. Tiene razón. Es muy probable que Obama confronte una inesperada emergencia internacional poco tiempo después de asumir la presidencia. Y no necesariamente por que los enemigos de Estados Unidos la estén cocinando, lo cual es posible, sino por que el mundo está saturado de fricciones capaces de generar la chispa que prenda un peligroso incendio. Además, en el mundo de hoy hay mucha paja seca altamente combustible.

Clinton tuvo que sacar a sus 'marines' de Somalia, Bush se enfrentó al 11-S, y Kennedy, a la crisis de Cuba

La lista de retos internacionales que hereda Obama es larga y conocida: de la proliferación nuclear a la inestabilidad de Pakistán y de las guerras en Irak y Afganistán a los gruñidos de Rusia o las tragedias del Oriente Próximo. Una lista aún más preocupante es la de las amenazas que no están en la lista de nadie. Bill Clinton nunca imaginó que al comienzo de su presidencia tendría que sacar con rapidez de Somalia a sus marines derrotados por turbas armadas. George W. Bush tampoco imaginó que su primer gran reto como presidente serían los ataques del 11 de setiembre. A John F. Kennedy le toco la crisis de Cuba y la posibilidad de un holocausto nuclear. ¿Que le tocará a Barack Obama?

La crisis económica mundial aumenta la lista de peligros que aún no vemos. La precariedad política de muchos países se va a ver exacerbada por las dificultades económicas. El norte de África o algunos países de Asia son calderos sociales y políticos que la crisis puede avivar hasta llevarlos al punto de ebullición. Algunos de ellos, como Egipto por ejemplo, son naciones cuya inestabilidad tendría consecuencias mundiales. En otros países, las dificultades económicas pueden estimular a sus gobernantes a provocar distracciones internacionales.

Uno de estos puede ser Rusia. Su economía, una de las más afectadas, ha sufrido mayores daños, proporcionalmente, que la economía estadounidense. Sin embargo, el más reciente discurso del presidente Dmitri Medvédev no se centró tanto en la economía como en los misiles. Le advirtió a Estados Unidos de que si no desiste de instalar un escudo antimisiles en Europa, Rusia responderá con medidas militares que ampliarán su capacidad ofensiva en Kaliningrado. Una Rusia económicamente tambaleante regida por una élite política autoritaria que ha demostrado estar dispuesta a todo puede darle muchas sorpresas a Obama.

Otro gigante que lo puede sorprender es China. En su caso, las amenazas no se irradian de su fortaleza, sino de su debilidad. Ya en marzo el premier chino, Wen Jiabao, dijo que para la economía China "este año sería el más difícil que la mente humana pueda recordar". Muchos pensaron que exageraba. Ya no. Cada año China necesita crear 24 millones de nuevos empleos. Esto sin contar los empleos adicionales para los 14 millones de agricultores que cada año dejan sus campos para ir buscar trabajo en las ciudades. Hasta ahora esto ha sido posible ya que la economía china lleva años creciendo aceleradamente gracias al constante aumento de sus exportaciones. Ahora el mundo está dejando de comprar y China dejando de exportar. Las exportaciones chinas a Estados Unidos, que crecían anualmente al 20%, se han estancado. Así, este año la economía china en vez de crecer al 12% como lo hizo en 2007 crecerá al 9%.

Esta tasa de crecimiento, que para muchos países es envidiable, resulta problemática para China. Si su crecimiento se desacelera aún más, China puede entrar en una grave crisis social y política. Además de la bajada en las exportaciones, China también sufre el colapso en su bolsa de valores, que ha caído en un 60% en lo que va del año. Y, al igual que en otros países, su burbuja inmobiliaria explotó, dejando a los trabajadores de la construcción sin ingresos, a los propietarios de viviendas más empobrecidos y a los bancos con inmensas cuentas incobrables. China tiene enormes reservas internacionales y una situación fiscal mejor que la de otros países. También, tiene un equipo económico competente y un Gobierno autoritario que no necesita consultar mucho para tomar decisiones difíciles. Pero una crisis china no es descartable y sus consecuencias mundiales serían enormes. Ojalá que no sea ésta una de las sorpresas que esperan a Obama.

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