Patriotas por ley en Eslovaquia
Las iniciativas del Gobierno para impulsar el orgullo nacional a través de la educación indignan a la minoría húngara que vive en el país centroeuropeo
Todos los estudiantes de Eslovaquia deberán escuchar, a través del sistema de megafonía de las escuelas, el himno nacional cada lunes por la mañana desde el próximo curso, según una ley aprobada por el Parlamento que persigue dar un impulso al orgullo nacional y que ha indignado a estudiantes, profesores, a parte de la oposición y sobre todo a la minoría húngara, que consideran que el amor a la patria no se puede imponer a golpe de ley.
La emisión del himno se ha convertido en el punto más polémico de la legislación, promovida por el ultranacionalista Partido Nacional de Eslovaquia, una formación de tintes xenófobos y aliada del Gobierno liderado por los socialdemócratas del primer ministro Robert Fico. Además, las escuelas deberán colgar en las clases la bandera, la letra del himno y otros símbolos nacionales.
El promotor de las nuevas medidas es el ultranacionalista socio del Ejecutivo
Estas medidas resultarían inofensivas en muchos países, pero no en Eslovaquia, un Estado joven (constituido en 1993 tras la disolución de Checoslovaquia), que alberga en su territorio a 13 minorías y en el que el patriotismo siempre ha sido bastante limitado. Pese al extraordinario avance económico de los últimos años, es el cuarto país que se declara menos patriótico de los 33 analizados en una encuesta de 2006 del Programa Internacional de Investigación Social (EE UU era el número uno). La nueva ley también ha vuelto a complicar las relaciones del Gobierno con la minoría húngara (un 10% de la población, de 5,4 millones), que están bajo mínimos desde que el Partido Nacional Eslovaco se alió con el centro-izquierda para gobernar.
"El Estado quiere forzar a la gente a que tenga sentimientos patrióticos, pero es imposible, porque son muy personales", afirma Grigorij Meseznikov, presidente del Instituto para los Asuntos Públicos, en una entrevista telefónica desde Bratislava. "Se trata fundamentalmente de una ley antihúngara", añade. Coincide con él Milan Nic, analista de la European Stability Iniciative, un think-tank con sede en Berlín. "Somos un país con muchas minorías, y por eso no ha gustado la ley", afirma desde Bratislava. "Los ultranacionalistas quieren imponer esta ley apelando al miedo que ha traído la crisis global, pero la población se ha dado cuenta de que estas iniciativas sólo traen conflictos", opina.
Detrás del espíritu antihúngaro de la ley yace la idea de que el país está en medio de un peligroso revisionismo histórico. El Ministerio de Educación, cuyo titular es del Partido Nacional Eslovaco, ha arrinconado un proyecto para elaborar un manual de historia común con Hungría, el antiguo imperio, y en su lugar está promoviendo otro centrado sólo en Eslovaquia. Mientras, el Gobierno ha incrementado sustancialmente las subvenciones que recibe Matica Slovenska, una publicación cultural con fuertes tendencias nacionalistas que ha condenado la ejecución en 1947 de Josef Tiso, el sacerdote que presidió el país durante su etapa nazi.
Otro punto de fricción ha sido una ley lingüística aprobada el año pasado que dificulta el uso del húngaro al recalcar la obligatoriedad del idioma oficial, el eslovaco, en la Administración, en los carteles informativos y en los rótulos de los establecimientos.
Para los contrarios a la nueva ley patriótica, las medidas recuerdan a los tiempos comunistas, cuando a través de la megafonía pública se loaba la figura de Stalin. A su juicio, sólo servirá para endurecer las ideas nacionalistas y crear conflictos. Para los defensores, esta iniciativa será beneficiosa para un país joven que necesita ganar autoestima. Eslovaquia ha dependido casi siempre de un imperio u otro. Durante la II Guerra Mundial se declaró independiente, pero aun así estuvo considerado un Estado títere de Hitler. Curiosamente, cuando se disolvió Checoslovaquia, sólo un 20% de los eslovacos apoyó entonces una independencia total de sus vecinos checos. La mayoría era más partidaria de crear una confederación u otro tipo de asociación.
En cuanto el Parlamento aprobó la ley el mes pasado, las protestas empezaron. Casi un millar de estudiantes, profesores y padres tomaron las calles para pedir al presidente, Ivan Gasparovic, que no firmara el documento. No fue la única protesta. La presión popular ha forzado que se aplace la entrada en vigor de la ley, prevista para abril, y que el presidente la devolviera al Parlamento alegando que hay que dejar más tiempo a las escuelas para que se preparen. Ahora, el plan es que entre en vigor en septiembre y, quizás, con modificaciones.
Pero los analistas están convencidos de que se trata de una decisión política ante las elecciones generales del 12 de junio que, según los sondeos, ganarán los socialdemócratas. "Ningún partido quiere arriesgar nada y con esta ley sólo el Partido Nacional Eslovaco va a ganar votos", opina Nic.
Minorías
- Trece minorías residen en Eslovaquia. Los eslovacos son el 85,8% de la población (5,4 millones en total); el resto son húngaros (9,7%), gitanos (1,7%), rutenios/ucranios (1%) y otros (1,8%).
- El país nació como Estado en 1993, tras la disolución de Checoslovaquia. Es miembro de la UE, de la zona euro y de la OTAN.
- Pese al avance económico de los últimos años, es el cuarto país menos patriótico de los 33 analizados en una encuesta de 2006 del Programa Internacional de Investigación Social (EE UU era el primero).
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