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Netanyahu visita a Obama sin ceder sobre las colonias

El primer ministro israelí mantiene el plan de asentamientos en Jerusalén

Promesas de tibias concesiones a los palestinos es el equipaje político que Benjamín Netanyahu porta a Washington para tratar de disipar, en su reunión de mañana con Barack Obama, la refriega político-diplomática provocada por la expansión colonial en Jerusalén oriental.

Es un encuentro crucial para el primer ministro israelí, que inevitablemente planteará aspectos de la lucha contra el programa nuclear iraní, pero que parece no retroceder, al menos de palabra, sobre el meollo del desencuentro entre Israel y Estados Unidos. "Nuestra política respecto a Jerusalén es la misma que la de todos los gobiernos israelíes en los últimos 42 años. Desde nuestro punto de vista, construir en Jerusalén es como hacerlo en Tel Aviv. Esto lo hemos dejado muy claro a la Administración de EE UU".

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Conviene esperar a los acontecimientos sobre el terreno -escrutados en la Cisjordania ocupada hasta el mínimo detalle- para saber si el Gobierno ultraderechista de Netanyahu coloca la primera piedra en una colonia de Jerusalén Este. En las dos últimas semanas, los comités de planeamiento urbanístico han suspendido sus sesiones y la oficina del primer ministro tendrá que ser informada de todo proyecto que se tramite. Durante cuatro meses las excavadoras no han demolido casas, ni se ha expulsado de sus viviendas a familias palestinas. El líder israelí también se ha comprometido a liberar prisioneros de Al Fatah y a aliviar el asedio a Gaza para allanar el camino. Presumiblemente, no escasearán los intentos de los colonos de poner a prueba la frase de Netanyahu.

Las sonoras reprimendas de Estados Unidos por la expansión de las colonias judías; la resolución del Cuarteto, que condena los asentamientos y fija un límite temporal para declarar un Estado palestino; las palabras del general David Petraeus ("el conflicto entre árabes e israelíes perjudica la posición de Washington en Oriente Medio y pone en peligro a sus soldados") y el enfado de la canciller alemana Angela Merkel porque Netanyahu difundió una conversación privada, rodean una cita marcada también por la antipatía personal que se profesan Netanyahu y Obama. El enviado de Obama para Oriente Próximo, George Mitchell, de nuevo en Jerusalén, entregó ayer la invitación al jefe del Ejecutivo israelí. La relación entre ambos gobiernos, al menos durante algún tiempo, dependerá de esa reunión.

Netanyahu disertará antes en la sede del American Israel Public Affaire Comittee (AIPAC), el lobby judío más fiel a las políticas de los gobiernos israelíes, y tendrá que elegir, en opinión de muchos analistas, entre dos alternativas: o lanza a sus aliados en el Capitolio para ablandar a Obama, con la vista puesta en las elecciones legislativas de noviembre, o trata de entenderse con el inquilino de la Casa Blanca, que durante esta crisis ha señalado claramente al Gobierno israelí como el responsable del embarrancamiento del proceso de paz. En ningún caso, conviene a Netanyahu, con sus cinco sentidos concentrados en el programa nuclear iraní, profundizar la crisis con su indispensable aliado.

Llueven las condenas sobre Israel. El secretario general de Naciones Unidas se sumó a la oleada de críticas tras visitar las zonas del norte de Gaza más castigadas por el Ejército y la aviación israelíes durante la guerra de Gaza. Ban Ki-moon lamentó el "sufrimiento inaceptable" que causa al millón y medio de civiles, dos tercios de ellos menores de edad, el bloqueo israelí, apoyado por Egipto, y por el silencio de Occidente.

Coincidiendo con el vendaval político, la violencia ha brotado con fuerza el fin de semana. Cuatro muertos -entre ellos un adolescente de 16 años y un joven de 20, que recibieron balazos de caucho en la cabeza y en el pecho en un pueblo cercano a Nablús- a manos de soldados israelíes en 24 horas era algo que no se veía desde hace muchos meses. El Ejército asegura que esas personas tiraban piedras a los soldados. Otros testigos afirman que se acababan de bajar de un autobús.

El enviado de Obama para Oriente Medio, George Mitchell (izquierda), saluda a Netanyahu en Jerusalén.
El enviado de Obama para Oriente Medio, George Mitchell (izquierda), saluda a Netanyahu en Jerusalén.EFE

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