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Merkel encara las urnas por primera vez tras la crisis griega

La canciller teme perder el Estado más poblado de Alemania

Angela Merkel ha tenido mala suerte con el calendario: la obligatoria aprobación legal del "último recurso" para salvar a Grecia de la bancarrota coincide de lleno con las elecciones de Renania del Norte-Westfalia. Una coalición análoga a la de Merkel entre la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y el Partido Liberal (FDP) se juega este domingo la reelección en este land, el más poblado e industrializado del país. Tras haber asumido durante meses en el papel de implacables negociadores frente a las demandas europeas de apoyo a la maltrecha Grecia, al Gobierno de Merkel le ha llegado la hora de pagar y, con ello, la de las explicaciones.

El Consejo de Ministros ha dado ayer el primer paso para aprobar las ayudas griegas. Viendo peligrar su credibilidad, democristianos y liberales se afanan ahora en separar el impopular desembolso de los comicios del domingo. Las encuestas más recientes dan un empate entre el actual Gobierno democristiano-liberal y la suma de la oposición de socialdemócratas y verdes. Si el partido La Izquierda logra superar la barrera del 5% y acceder así al Parlamento de Düsseldorf, un tripartito de izquierda podría desbancar al actual Gobierno regional.

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El Partido Socialdemócrata (SPD) quiere que la factura de los 22.000 millones de euros que Alemania aporta al salvamento griego empiece a saldarse allí. Der Spiegel publica esta semana un rapapolvo de dos páginas a Merkel firmado por el ex ministro de Hacienda Peer Steinbrück (SPD). El que fue campeón financiero durante la Gran Coalición (2005-2009), la acusa ahora de haber actuado como "canciller de hierro, dañando la reputación y el peso del país". El SPD ve en Düsseldorf la oportunidad de empezar a recuperarse de su larguísima crisis.

El hito de Düsseldorf

Merkel ve peligrar su mayoría en la Cámara alta del Parlamento federal (Bundesrat), con amplias competencias legislativas. Las actuales mayorías de CDU y FDP en ambas Cámaras federales facilita sustancialmente la gobernabilidad. La conquista del tradicionalmente socialdemócrata Parlamento de Düsseldorf supuso en 2005 un hito para Merkel. Cuando Jürgen Rüttgers ganó aquellas regionales, el canciller Gerhard Schröder (SPD) convocó las elecciones que llevaron finalmente a Merkel a la cancillería. No es de esperar que ella llegue ahora a tanto después de sólo seis meses al frente de su Gobierno, pero el revés sería considerable.

La prensa conservadora, con el popular diario Bild a la cabeza, reitera estos últimos meses el cuento de las hormigas alemanas frente a las cigarras mediterráneas, obviando a menudo los enormes beneficios del superávit comercial alemán respecto a sus socios europeos. Según la televisión pública ARD, casi la mitad de los alemanes expulsaría a Grecia de la Eurozona, y sólo el 23% ve "inevitables" las ayudas. Los críticos afean a Merkel haber tratado con sus actuaciones internacionales recientes de sacar partido electoral de este antieuropeísmo larvado. Pocos dudaban de la urgencia de las ayudas a Grecia, mientras que casi todos vieron una relación directa entre el endurecimiento de la postura europea de Alemania y las elecciones renanas. Estos mismos críticos señalan ahora que el tiro podría salirle el domingo por la culata de las urnas.

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