Livni descarta formar un Gobierno de unidad con Netanyahu en Israel
La creación de un Estado palestino se ha convertido en un obstáculo insalvable
Segunda reunión entre el derechista Benjamin Netanyahu y la liberal Tzipi Livni. Segundo fracaso. Los líderes de los partidos más votados en las elecciones del 10 de febrero -aunque juntos no alcanzan la mayoría absoluta, 61 diputados- fueron incapaces de alcanzar, ayer en Tel Aviv, un acuerdo para formar en Israel un Gobierno de unidad nacional. Menguan las probabilidades de lograrlo mientras que se refuerza la alternativa de un Ejecutivo del designado primer ministro con cuatro partidos extremistas y fundamentalistas a los que sólo une su aversión por los palestinos.
Porque ése es el asunto que separa a dos dirigentes que nacieron en la misma cuna ideológica. Netanyahu ofreció a Livni diseñar juntos el programa de Gobierno, un estatus idéntico en el Ejecutivo y dos de las tres carteras más relevantes (Hacienda, Exteriores y Defensa). Lo que no hizo es pronunciar la frase que exigía Livni: la necesidad de conducir negociaciones con la Autoridad Palestina para fundar un Estado palestino. "La visión de los dos Estados no es un mero eslogan. La unidad nacional no es sólo sentarse en el Gobierno. Es fijar un camino conjunto", declaró la presidenta de Kadima. "Está claro que la unidad requiere compromiso. Estaba preparado para un largo camino para conseguir la unidad", replicó Netanyahu.
No pronunciará el jefe del Likud las palabras "Estado palestino" cuando es rehén de los partidos radicales de los que depende, excluido Kadima, para formar Gobierno. El diario Yediot Ahoronot informó de que la reunión se suspendió cuando Livni pidió incluir esos términos en el programa. Dispone Netanyahu hasta el 19 de marzo para forjar una alianza ultraderechista que suscita rechazo en EE UU (la secretaria de Estado, Hillary Clinton, iniciará el lunes su primera visita a Israel), dispuesto, al parecer, a ejercer presión diplomática para que Israel detenga la ampliación de las colonias judías en la Cisjordania ocupada. Un frenazo que tampoco acaeció durante los tres años de mandato de Ehud Olmert, por mucho que Livni condujera durante más de un año negociaciones con la Autoridad Palestina.
La última palabra no está dicha. El líder del Likud prefiere la coalición con Kadima consciente de que la alianza con los radicales de derechas Avigdor Lieberman (Yisrael Beiteinu) y los ultraortodoxos sefardíes y ashkenazis será fuente de tensiones. Ya sucedió en su primer mandato (1996-1999). A la primera concesión de calado a los palestinos, le retiraron su confianza y el Ejecutivo se desplomó. Además, Saul Mofaz, número dos de Kadima, y varios diputados prominentes de este partido no están convencidos de que pasar a la oposición sea la mejor alternativa. Livni, por el contrario, parece decidida, sabedora de que buena parte de sus votantes se fugaron de la izquierda para impedir el ascenso de Netanyahu al poder.
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