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Entrevista:ABRAHAM B. YEHOSHÚA | Escritor israelí | El conflicto de Oriente Próximo

"En Líbano nos dimos cuenta de que no somos tan fuertes"

Ana Carbajosa

Junto a David Grossman y Amos Oz, el escritor israelí Abraham B. Yehoshúa ha pedido a su país un alto el fuego con Hamás. Como ellos, pide una retirada pero justifica sin embargo la campaña de bombardeos que considera necesaria. Este profeta laico, que ejerce de guía en una sociedad en la que sobran los políticos desprestigiados, cree que a Israel no le quedaba más remedio que atacar, para frenar el lanzamiento de cohetes de los grupos armados de la franja de Gaza. Nacido en Jerusalén en 1936, y judío de origen sefardí, Yehoshúa recibió el pasado viernes a EL PAÍS en su casa de Tel Aviv. Autor de las novelas Divorcio tardío, Una mujer en Jerusalén o la última, Fuego amigo, Yehoshúa pertenece desde hace 40 años a la izquierda israelí.

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Pregunta. Usted ha dicho que la campaña militar sobre Gaza está justificada.

Respuesta. Sí, está justificada, porque lo que es injustificable es que Hamás dispare 70 cohetes en un día. A nadie le gusta ver lo que está pasando en Gaza, pero es una decisión moralmente correcta. La comunidad internacional dice que es una respuesta brutal y demasiado fuerte. La gente habla de David contra Goliat, pero hay que darse cuenta de que la capacidad de sufrimiento de los palestinos es mucho mayor y eso les hace más fuertes. Por eso nuestra respuesta tiene que ser mucho mayor, porque hay que hacerles entender que tienen que parar los cohetes. Una respuesta moderada no les impresionaría. Cerramos los pasos fronterizos, cortamos la electricidad y eso no les hizo pensar en parar los disparos.

P. Pero los muertos en la franja de Gaza superan ya los 400 y nada parece indicar que Hamás haya decidido cambiar de estrategia. ¿No hay otra vía mejor que las bombas?

R. El problema es que estamos tratando con un régimen fundamentalista que sólo es fiel a sus ideales. No tienen piedad con la vida de su gente. ¿Por qué no dejan de disparar? ¿Por qué han acumulado armamento durante el periodo de tregua?

P. Pero usted también ha dicho que ya basta, que hay que alcanzar un alto el fuego.

R. Sí, digo que el camino que ha tomado Israel es el adecuado, pero también creo que ya basta, que cuando sea posible hay que renovar la tahdia [el periodo de calma en árabe]. Pero tiene que ser un alto el fuego con mejores condiciones tanto para israelíes como para palestinos. Hamás tiene que tener garantías de que se abrirán las fronteras de Gaza e Israel tiene que conseguir que vengan fuerzas internacionales a supervisar la tregua.

P. ¿Cómo piensa que es posible llegar a un acuerdo?

R. La clave está en los países árabes, que son los que tienen que conseguir que Hamás acepte una tregua. Hay que mejorar las condiciones del acuerdo y abrir los pasos fronterizos para que Hamás pueda salvar la cara ante los suyos y la oferta tiene que venir de la mano de mediadores árabes. Hay que evitar a toda costa una incursión terrestre. No sólo por la vida de los soldados israelíes, sino porque morirán muchos civiles palestinos. Son nuestros vecinos. Nos jugamos nuestro futuro. Si se derrama más sangre, será muy difícil que sigamos conviviendo como vecinos.

P. ¿Qué ha sido del llamado "campo de la paz" israelí? ¿Por qué ni siquiera la izquierda de Meretz con la que usted está vinculado defiende que hay otras vías más allá de la violencia para resolver los conflictos?

R. Eso no es verdad. El Gobierno israelí siempre ha estado dispuesto a negociar. La prueba es que aceptamos la tregua de seis meses, pero después, en lugar de sentarse y pedir una tregua mejorada, empezaron a disparar cohetes. Los israelíes no querían un ataque antes de que empezaran a llover los cohetes. La gente está cansada de guerras, sobre todo después de la guerra de Líbano en la que nos dimos cuenta de que no somos tan fuertes.

P. Pero fue Israel el que el 4 de noviembre rompió la tregua matando a seis milicianos de Hamás.

R. No diré que Israel no violó la tregua, pero ellos también dispararon antes. Ellos dicen que no fueron ellos, que fueron grupos como la Yihad Islámica.

P. ¿Qué papel han jugado las elecciones israelíes del próximo 10 de febrero en el ataque a Gaza?

R. Barak [Ehud, ministro de Defensa israelí] estaba en contra de la guerra en un principio, mientras que la derecha subía en los sondeos y culpaba al Gobierno de ser débil. Eso demuestra que pensaba en el país, no en su partido. No se puede culpar al Gobierno de reaccionar ante el lanzamiento de decenas de cohetes. Era obligatorio que respondieran. Aunque es verdad que ahora Barak ha ganado mucha popularidad.

P. ¿Y la ministra de Exteriores, Tzipi Livni, candidata en las elecciones? En la guerra de Líbano jugó el papel de fuerza moderadora y ahora se ha entregado a la retórica belicista.

R. Pero es que la situación es distinta. Hamás es distinto, hasta los países árabes están hartos de ellos. Por eso Livni dijo "basta". Todos esperan que seamos los israelíes los que hagamos algo y les saquemos de sus ensoñaciones fundamentalistas.

P. ¿Qué pasará si Benjamín Netanyahu, el candidato de la derecha gana las elecciones?

R. Quedarán congeladas las negociaciones de paz entre Olmert

[Ehud, primer ministro israelí] y Abu Mazen [presidente palestino]. La gente que le apoya son unos halcones. No traerá nada bueno.

P. ¿Qué quedará después de la guerra en Gaza de las conversaciones de paz entre israelíes y palestinos?

R. Desde luego no ayudará al proceso de paz. Israel tiene que desmantelar asentamientos y retirar partes del muro. Si los colonos no se quieren ir, entonces tendrán que quedarse como una minoría en los territorios palestinos, sujetos a la ley palestina. Los asentamientos son el mayor error que ha cometido Israel desde 1967. Por eso la comunidad internacional tiene que ser firme y amenazar a Israel con romper relaciones diplomáticas y comerciales si no se pone fin a los asentamientos. Tiene que haber una verdadera implicación de Obama y de la Unión Europea.

Abraham B. Yeoshúa.
Abraham B. Yeoshúa.

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.

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