Honduras 'se convierte' al ALBA
El país centroamericano es el primer miembro ajeno a la izquierda que se suma a la alianza regional promovida por Cuba y Venezuela
Que el socialismo indigenista de Evo Morales inscribiera a Bolivia en la estrategia pensada por Hugo Chávez para combatir al "imperialismo yanqui" era de esperar. Que el primer acto del nuevo Gobierno sandinista de Daniel Ortega contara con el presidente venezolano, Hugo Chávez, para suscribir de inmediato la adhesión a la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) era inevitable. Lo inesperado y para muchos incomprensible sucedió ayer en Tegucigalpa: el Gobierno de centroderecha hondureño, rebautizado como "centroizquierda" y enfrentado a una creciente oposición interna, se ha lanzado a los brazos petroleros del ALBA.
Ante una muchedumbre de miles de personas transportadas en autobuses especiales hasta la capital hondureña, el presidente, Manuel Zelaya, se abrazó ayer a un Hugo Chávez que puede sentirse satisfecho de haberse anotado la primera conquista en el proyecto geopolítico engendrado durante una madrugada de charla con Fidel Castro en Cuba, en 2001. El gobernante por el tradicional Partido Liberal (PL) estampó su firma en el "proyecto social de solidaridad" sobre un texto carente de compromisos, institucionalidad y marco legal, como han criticado los abundantes detractores de la nueva alianza. En la ceremonia de adhesión, Chávez le elogió por su "coraje sin parangón".
El cuarto país más pobre de América Latina, con el 65% de sus ocho millones de pobladores bajo la línea de pobreza y un desempleo del 28%, se ha convertido en el quinto miembro de la asociación ideada por Chávez como contrapeso al Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) y los tratados de libre comercio (TLC) que Estados Unidos ha promovido en el continente desde los años noventa. Con Venezuela como motor y patrocinador de los proyectos que aborde el ALBA, la inspiración mítica de Cuba, el ingrediente autóctono de Bolivia y la evocación revolucionaria de la Nicaragua sandinista, el proyecto integrador de Caracas podrá exhibir a Honduras como el "hermano" bienvenido tras los maltratos que cualquier "bolivariano" atribuiría a Washington.
Para las asociaciones empresariales hondureñas y grupos civiles vinculados al millón de hondureños residentes en Estados Unidos, fuente de 3.000 millones de remesas por año, la decisión de Zelaya no es más que un desafío a Washington, socio comercial de Honduras mediante un TLC que entró en vigor en 2006. "Es como morder la mano al amigo que nos da de comer", se quejaba el ex presidente Ricardo Maduro, en coincidencia con algunos grupos que han activado una campaña mediática bajo la premisa de que el ALBA es una "alianza política, militar e ideológica", a pesar de que los propios diputados oficialistas opuestos a la adhesión insisten en la vacuidad del convenio. Washington no ha reaccionado aún.
"Mel [Manuel Zelaya] mete hoy al país en la aventura del ALBA", titulaba ayer el diario El Heraldo una información en la que advertía de las escasas probabilidades de que el Congreso ratifique la adhesión.
Con Honduras y Nicaragua alineados con el proyecto "bolivariano" de Chávez, crece la pregunta de lo que decidirá en El Salvador un eventual Gobierno de Mauricio Funes, del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda), que lidera las encuestas con vistas a las elecciones de enero.
Con el socialdemócrata Álvaro Colom en el poder, Guatemala también ha restado acento a su tradición de apego a Estados Unidos, mientras Óscar Arias en Costa Rica da señales de querer atemperar su relación con Cuba y Venezuela, incluso mediante un plan para adherirse a Petrocaribe (una alianza petrolera de varios países del Caribe con Venezuela) para comprar petróleo con créditos blandos.
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