Francia encabeza el pulso con Estados Unidos
Dominique de Villepin asume la defensa de la posición contraria a la guerra frente a las presiones de Washington
El ministro francés de Exteriores, Dominique de Villepin, mantuvo íntegramente ayer las tesis de su país en contra de la guerra y a favor de las inspecciones, como procedimiento para desarmar a Irak. La propuesta se atuvo estrictamente a la línea definida en el documento informal que Francia envió el lunes a los jefes de la inspección de la ONU y a los otros 14 países del Consejo de Seguridad, 24 horas después.
La propuesta francesa consiste en triplicar el número de inspectores; completar ese dispositivo con la vigilancia aérea, para lo cual ofrece sus aviones de observación; controlar las aduanas de Irak con equipos móviles; crear un centro de coordinación en Nueva York o en Viena; y nombrar un delegado permanente de los jefes de la inspección en Bagdad.
El documento francés desciende al detalle de prever el pago de estos refuerzos con cargo al fondo que ya paga Irak (0,8% de sus ingresos petrolíferos) y que seguirá alimentando "en la medida en que siga exportando petróleo", se lee en el texto francés. Lo cual está condicionado, obviamente, a que no se consume el golpe militar anglo-estadounidense contra Irak.
Sin efectuar propuestas nuevas, Francia da un nuevo paso para sostener su estrategia sobre la crisis iraquí, que lleva la firma de Dominique de Villepin. Él es el autor del cuerpo doctrinal que París ha desarrollado en contra de la guerra preventiva defendida por Washington, considerándola como un factor multiplicador de riesgos. El ministro de Exteriores, sostenido siempre por Jacques Chirac, fue también el protagonista de las negociaciones que permitieron la aprobación de la resolución 1.441.
Dominique de Villepin cumplió 49 años el 14 de noviembre. Poeta y diplomático, nació en Rabat, creció en Caracas -donde aprendió el excelente español que habla- y estudió en Nueva York, antes de realizar en Francia los cursos de la Escuela Nacional de Administración (ENA), la cantera de los altos funcionarios. Hijo de un militar, después empresario, sus recorridos infantiles y juveniles por el mundo debieron prepararle mentalmente para su actual puesto.
No es el hombre que se arruga ante las dificultades. Tampoco es exactamente tacto lo que le adorna. El gusto por la aventura, lo imprevisible, lo desconocido, justifican su audaz estrategia, tanto como la inteligencia de la respuesta que dio ayer a Donald Rumsfeld, al final del discurso: "Es un viejo país, Francia, un viejo continente como el mío, Europa, el que se lo dice hoy; que ha conocido, las guerras, la ocupación, la barbarie...", todo ello sin olvidar la mención a los soldados estadounidenses muertos por la liberación de la Francia ocupada por los nazis.
De Villepin acompaña a Chirac desde que éste es presidente. Tras su primera elección, en 1995, le nombró secretario general del Elíseo. En esa época tuvo ocasión de entrenarse en la táctica de asaltar / pactar con el adversario, de momento interno: fue el contacto privilegiado entre Chirac y el entonces primer ministro, Lionel Jospin, que tenía a su lado al hoy embajador francés en Madrid, Olivier Schrameck. Este último y De Villepin canalizaron las tensiones del periodo de la cohabitación entre un presidente de derechas y un Gobierno de izquierdas.
Tras la reelección de Chirac el año pasado, la designación de De Villepin como ministro de Exteriores anunció la apuesta presidencial por el regreso de Francia al escenario mundial. No contaba entonces con que el mundo iba a caer tan pronto en la primera gran crisis del nuevo siglo, pero esto ha permitido a De Villepin derrochar energía y ejercer toda su capacidad de audacia para presionar y contener a la superpotencia. Sus enemigos recuerdan que no siempre le salen bien las apuestas. ¿Y qué piensan sus colaboradores? "El ministro se ocupa de todo y los demás del resto", ironiza uno de ellos, antes de reconocer que les tiene a todos hechos unos zorros. Todo sea por evitar una guerra.
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