China sustituirá las ejecuciones a tiros por las inyecciones letales
El país con más ejecuciones al año dice que las inyecciones son "más humanas" que los disparos
Las inyecciones letales son más humanas que los disparos. Bajo ese pretexto, China ha decidido reformar la pena capital reemplazando el uso de armas para acabar con la vida de los condenados por el de inyecciones.
El vicepresidente de la Corte Suprema china, Jiang Xingchang, ha dicho a un periódico nacional que a partir de ahora la mayoría de las ejecuciones del país se harán con inyecciones letales. De esta manera, las ejecuciones a tiros, a través de disparos en la cabeza, se irán sustituyendo por el uso de las inyecciones. Jiang ha asegurado que el nuevo método se implantará de forma progresiva pero no ha dado fechas fijas para la sustitución definitiva.
Pese a los cambios previstos, organizaciones y analistas critican sin paliativos a China por ser el país con más ejecuciones al año en todo el mundo. El Gobierno chino no ha querido hacer público el número de ejecuciones. Tan sólo el jefe de la Justicia china, Xiao Yang, ha afirmado que "se está trabajando" para reducir los condenados a la pena de muerte, aunque no ha dicho si se contemplan abolir las ejecuciones.
Estudios de Amnistía Internacional apuntan que durante el año 2006 murieron 1.010 personas a causa de la pena capital, un 60% más que las ejecuciones a nivel global en el mundo. De todas formas, según la organización de Derechos Humanos, este número sólo es la punta del iceberg de una cifra que puede ser mayor.
Polémica en EE UU
El pasado mes de octubre el Tribunal Supremo de Estados Unidos ordenó paralizar la ejecución con inyección letal de un preso condenado a muerte en el Estado de Mississippi. La decisión del alto tribunal afectó a Earl Wesley Berry, condenado por secuestrar y matar a golpes a una mujer cuyo cadáver abandonó en un bosque en 1987. Berry se conviertió así en el tercer reo en el corredor de la muerte que sorteaba la mezcla letal de barbitúricos desde que los jueces del Supremo se plantearan el pasado mes considerar si es constitucional o no usar la inyección letal en los casos de pena de muerte.
El debate sobre la pena de muerte, que se reinstauró en EE UU en 1977, está de nuevo en la opinión pública tras aceptarse la demanda presentada por dos reclusos en Kentucky -Ralph Baze y Thomas Clyde Bowling- que denunciaron a ese Estado en 2004 alegando que la inyección letal equivale a un castigo "cruel e inusual", lo que está prohibido por la Constitución; en concreto por la Octava Enmienda, que dice literalmente: "No se requerirá fianza excesiva, ni se impondrán multas excesivas, ni se infligirá castigo cruel e inusual".
A ese argumento se han agarrado los abogados del reo de Mississippi para solicitar al tribunal que frenara la pena capital, como finalmente ha acordado.
La decisión de la máxima corte reviste gran trascendencia, ya que de los 38 Estados que aplican la pena capital en Estados Unidos (sobre un total de 50), 37 usan la inyección letal como método para acabar con la vida de los reos.
Y todos usan la misma mezcla de drogas: una anestesia, un paralizante muscular y una sustancia que detiene la marcha del corazón. Los contrarios a la pena de muerte dicen que si el condenado no recibe suficiente anestesia, sufre dolores atroces, sin poder quejarse.
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