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Brasil se renueva a mil revoluciones

La cultura brasileña encuentra en la ciudadanía la herramienta para abrir un marco de diálogo sobre la necesidad de construir nuevos valores

Brasil vive una revolución cultural. Nunca antes se ha había hablado tanto de arte, ni de leyes que garanticen los derechos culturales de los brasileños, ni ha habido tanto dinero para invertir. Este aire renovador, e inspirador para muchos latinoamericanos, no sólo salpica a las artes, también a las ciudades. De esta apropiación de la cultura por parte de los ciudadanos surge la necesidad de un nuevo modelo social; la ocupación urbana. No son guerrillas, ni comandos de asalto, sino espacios de encuentro dentro de comunidades a través de políticas de seguridad, desarrollo, empleo, diseñadas para que fluya la creación de nuevos valores a través de la cultura.

José do Nascimento Jr, presidente del Instituto Brasileño de Museos y Marta Porto, periodista y directora de XBrasil, tienen claro que están en buen camino para lograr este desafío cultural, sobre todo, después de participar en intensos debates durante el I Seminario Iberoamericano: políticas, gestión y diplomacia cultural, celebrado esta semana en Madrid. Tras una dura jornada de trabajo, se reúnen con EL PAÍS para descifrar algunas de las claves del modelo cultural que persigue Brasil y que el resto de Latinoamérica sigue con expectación. Los dos se muestran eufóricos: "La gente está muy ilusionada y orgullosa de su país. Estamos en el punto de mira internacional y tenemos la responsabilidad de dejar un legado".

Surge un tema delicado, el de la violencia y el de la falta de valores. De cómo la cultura no debe ser utilizada como un instrumento de pacificación. "La cultura tiene el papel de construir los cimientos sociales, pero los conflictos muchas veces son positivos y tienen un papel social", explica Nascimento. El reto en Brasil no es sólo sacar de las favelas y de las drogas a un par de jóvenes que se meten en un taller de capoeira, el reto está en "generar valores nuevos, una cultura nueva", señala Marta Porto, y explica que la alternativa sería la llevada a cabo en Medellín, (Colombia). Es decir, una ocupación urbana: "Contar con una comunidad de miles de vecinos e implantar políticas de seguridad, empleo y cultura para generar una conciencia nueva de valores".

Ponemos sobre la mesa el tema de la renovación cultural. Lula escribió que la cultura ilumina, que nos hace más libres y que en el mundo globalizado de hoy ésta fortalece la identidad nacional. El Gobierno del presidente brasileño, junto al ex ministro de Cultura Gilberto Gil y el actual titular, Juca Ferreira, está volcado en ello con proyectos como el vale y los puntos culturales. "El bono de 50 reales (16 euros), gratuito, permitirá un acceso al consumo cultural y al mismo tiempo permitirá a la industria dar salida a sus productos", explica el director de los museos brasileños, a lo que Marta Porto añade: "Es un público que consume cultura brasileña y eso es muy importante". Porto destaca la importancia de arte experimental y de los artistas que van por libre sin mayor pretensión que la de crear. "Hay que darles apoyo porque una sociedad se construye a partir de la libertad, no solamente de la igualdad".

En cuanto a los puntos culturales, iniciativa del músico Gilberto Gil, permiten llegar a la cultura local de las favelas, de las comunidades indígenas y africanas (existen 509 puntos distribuidos en 263 municipios), intercambiar experiencias y abrir un "diálogo importante que signifique un aporte relevante de experiencias culturales para descifrar cómo esas experiencias locales pueden modificar las políticas en general, incluso la propia cultura", explica la directora de XBrasil, una agencia de comunicación social.

¿Y no hay peligro de que se institucionalicen estos proyectos culturales? "Siempre existe ese riesgo, por eso, partimos de una construcción desde la ciudadanía y así es más difícil cambiar las cosas cuando existe una red muy fuerte", explica el director de los museos brasileños.

La clave está en que 180 millones de personas tengan condiciones para optar al consumo de bienes culturales en un país de una gran diversidad cultural y "con un presidente que llora y se siente bien llorando. Y eso me parece muy bien. Son trazos muy singulares de nuestra cultura", dice Marta Porto, que como mujer reivindica con emoción el momento histórico que vive Brasil con dos mujeres candidatas a la presidencia.

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