Berlusconi brilla en el vodevil
Il Cavaliere emerge con popularidad del incidente de la carta de su esposa: el 55% de los italianos quieren que vuelva al poder
Hubo quien pensó que Silvio Berlusconi había sufrido una herida grave. La carta pública de su esposa, Veronica Lario, deplorando los coqueteos y la inconsciencia del ex presidente del Gobierno parecía un golpe severo. Pero Il Cavaliere emerge del incidente más popular que nunca, sobre todo entre las mujeres. El 55% de los italianos quieren que regrese a la jefatura del Gobierno. El caso Veronica dice mucho sobre los resabios machistas de la sociedad italiana y ayuda a comprender las claves del éxito político de Berlusconi, impensable en otros países.
"Si no estuviera ya casado, me casaría con usted inmediatamente", le dijo a una diputada
"A mi marido exijo excusas", escribió su esposa invocando su dignidad de madre
Veronica Lario (nombre artístico de Miriam Bartolini, ex actriz) es la segunda esposa de Silvio Berlusconi. La primera, Carla dall'Oglio, permanece en el anonimato: dentro de los acuerdos de divorcio, económicamente muy generosos, Il Cavaliere le impuso el exilio (vive en Londres) y un silencio absoluto. Desde su matrimonio con Berlusconi, en 1985, Veronica ha mantenido una gran discreción. Vive en Milán, ajena a la intensa vida social de su marido en Roma y Cerdeña, y no habla con la prensa.
No hizo comentarios cuando Berlusconi proclamó que era popular en Francia por sus muchas novias francesas, ni cuando aseguró en Wall Street que había que invertir en Italia "por sus bellas secretarias", ni cuando inició un discurso ante la FAO saludando a "las bellísimas delegadas". Sí habló una vez, en 1994. La oposición denunció el gasto en floristas de la Presidencia del Gobierno y Berlusconi se justificó diciendo que cada día enviaba rosas a Veronica. "Nunca he recibido rosas", aclaró Veronica en un escueto comunicado.
El miércoles, Veronica volvió a dar un puñetazo sobre la mesa conyugal. Estaba indignada por lo ocurrido el fin de semana anterior durante una fiesta en Roma: Berlusconi, en un estado de euforia exagerado incluso para un hombre como él, coqueteó a diestro y siniestro. "Si no estuviera ya casado, me casaría con usted inmediatamente", le dijo a Mara Carfagna, ex starlette televisiva y actual diputada de Forza Italia. "Contigo iría donde fuera", le dijo a Melissa Satta, actual starlette televisiva, novia del futbolista Christian Vieri y quizá en el futuro diputada berlusconiana. Otra de las aludidas por Il Cavaliere fue la venezolana Aida Yespica, conocida en España por su participación en un programa de famosos en televisión.
Veronica Lario, que llevaba tres semanas sin noticias de su marido, se hartó y envió una dura carta al director del diario La Repubblica, el más hostil a Berlusconi. "A mi marido exijo excusas públicas, no habiéndolas recibido en privado", escribió, invocando las heridas recibidas por su "dignidad" de "esposa y madre". El divorcio parecía cantado. En realidad, sigue pareciendo muy posible. Pero Berlusconi respondió con otra carta pública que hablaba de amor, de sus "días de locura", de su "vida bajo presión constante" y de sus "pequeñas irresponsabilidades". Y concluía: "Excúsame pues, te lo ruego, y acepta este testimonio público de un orgullo privado que cede ante tu cólera con un acto de amor, uno de tantos".
¿Resultado? La popularidad de Silvio Berlusconi se disparó hasta límites impensables. Según los sondeos, la actitud de Berlusconi y su reacción fueron especialmente bien acogidas entre el público femenino, que no perdonaba a Veronica su quiebra de la discreción conyugal. El propio portavoz de Romano Prodi, Silvio Sircana, tuvo que admitir que Il Cavaliere era "un mago de la comunicación". La feminista estadounidense Camille Paglia consideró muy significativo que Veronica no se presentara a sí misma como mujer, sino como "esposa y madre", y comentó que el incidente había "revelado al mundo" cuál era "todavía la realidad italiana" en lo referente a la condición femenina y la relación entre ambos sexos.
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