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Un golpe de mano en el colectivo de presos abre la vía hacia el fin de ETA

Los seguidores de Otegi se hacen con el control de los reclusos de la banda

Luis R. Aizpeolea

Un cambio en la dirección del colectivo de presos de ETA, en línea con las tesis de Arnaldo Otegi, ha propiciado que, por vez primera, la mayoría de los reclusos de la banda terrorista asuman una petición de cese de la violencia, que es la clave de la declaración de Gernika, que el viernes suscribieron públicamente. Lo que ha sucedido es que ha ascendido a la dirección una representación sensible con lo que la mayoría de ellos reclamaba desde hace tiempo, según fuentes próximas a la izquierda abertzale.

La importancia de la declaración de los presos radica en que las tesis a favor del final de la violencia ya han sido asumidas por todos los grupos de la izquierda abertzale -de la que también forman parte los presos-. Solo queda la dirección de ETA.

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Desde que, en noviembre de 2009, Arnaldo Otegi y Rufi Etxeberria abrieron el debate sobre el final de la violencia con el documento Zutik Euskalherria, los presos se convirtieron en uno de sus principales focos de atención. Pero antes de llevar el debate a las cárceles, se aseguraron de contar con el apoyo de las bases de la izquierda abertzale, lo que consiguieron de manera amplia -un 80% de los votos- tras un proceso asambleario que finalizó en febrero de 2010.

En aquella época, el colectivo de presos estaba muy controlado por la dirección de la banda. De hecho, en 2008 ETA situó al frente del mismo, en las cárceles, a comisarios políticos, marginando a los responsables anteriores, para fortalecer su poder ante las tensiones ya existentes con la izquierda abertzale, que lideraba Otegi. El propio Otegi estuvo a punto de ser expulsado del colectivo a comienzos de 2010. Dos años antes, en 2008, lo habían sido disidentes de la banda como José Luis Alvarez Santacristina, Txelis, y José Luis Pikabea.

Pero las prisiones no han sido muros infranqueables al debate de la izquierda abertzale. Hace meses esta introdujo en ellas la declaración de Gernika, suscrita hace un año por los partidos que hoy integran la coalición Bildu, para someter a debate el final de la violencia.

Para ese momento, la presión de los comisarios políticos de ETA ya había aflojado e incluso la policía había detenido a Arantza Zulueta, abogada de presos, a la que acusaba de hacer de enlace entre los reclusos y la dirección de la banda para mantener la disciplina interna.

El resultado del debate, conocido el viernes, supone la asunción inédita por parte de los presos de ETA del cese definitivo de la violencia. Junto a ello, el colectivo plantea otras cuestiones inasumibles por el Gobierno, como una amnistía o la apertura del diálogo con la banda.

Estas exigencias son las que llevan al Ejecutivo y al PNV a la conclusión de que el documento de los reclusos no predetermina un próximo comunicado de ETA anunciando el cese definitivo de la violencia, como le reclaman todos los partidos democráticos.

No obstante, el paso dado por el colectivo de presos es "muy importante, acerca al final de ETA" para el Gobierno e "irreversible" para el PNV, porque "más allá de otras reclamaciones", el grupo más duro de la izquierda abertzale- y en el pasado el más persistente en el apoyo a la violencia- ha emplazado a ETA a que ponga fin a las armas.

El Gobierno y el PNV han pedido a la banda que culmine el proceso con una declaración unilateral de cese definitivo de la violencia. El Ejecutivo volvió ayer a exhibir su doctrina, tras el fracaso del último proceso de diálogo, de exigir a ETA a que sea ella la que dé todos los pasos y que, posteriormente, actuará el Estado de derecho. Esto es, que actúe unilateralmente sin esperar contrapartidas previas.

Dos colectivos

- Los presos de ETA se dividen en dos colectivos:

- Una treintena de ellos forman el colectivo de disidentes de la banda. La mayoría están recluidos en la prisión alavesa de Nanclares de Oca. Hace ya años que rechazaron la violencia y que decidieron acogerse a los beneficios penitenciarios.

- Los demás reclusos, la inmensa mayoría (732) asumieron el viernes, en un 90%, la declaración de Gernika y con ella la petición a la dirección de la banda de que abandone la violencia. A diferencia del otro colectivo, este exige amnistía y beneficios penitenciarios para todos los presos.

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