La cafetera abandona Italia
Bialetti cierra su fábrica de Piamonte y traslada la producción fuera del país
Una fecha está rodeada de rojo en la agenda de Gianluca Vispi, obrero de 36 años, con mujer, bebé e hipoteca a cuestas: el 20 de junio. A partir de ese día espera la carta que formaliza su despido. La misma perspectiva se dibuja para los otros 117 trabajadores del establecimiento
Bialetti de Omegna, entre Milán y Turín. La fábrica donde en 1933 nació la cafetera italiana cierra sus puertas. El hombrecito de bigotes e índice levantado, símbolo mismo del buen café exprés preparado en casa, endereza su mirada hacia el Este. La sociedad ha decidido trasladar parte de la producción a Rumania y China, mientras deja en Italia el remate final de su producto más famoso y antiguo, la moka de aluminio y asa negra, diseñada hace 77 años por Alfonso Bialetti.
La facturación ha caído un 26% por la competencia de Asia y las cápsulas
El grupo, que cuenta con 900 empleados en Italia, Rumania y Turquía y produce también ollas y pequeños electrodomésticos, ha visto bajar la facturación de las cafeteras un 26% en dos años, "debido a la competencia de Asia y a la expansión de máquinas de café eléctricas y en cápsulas", explica la empresa. En un todo a cien se puede encontrar una cafetera por tres euros. Producir una Bialetti original en Omegna cuesta entre cinco y siete euros. Maquinarias y obreros están especializados en un único modelo, el gran clásico de aluminio y asa negra, expuesto en el MOMA de Nueva York como objeto de diseño y de genio italiano. Se plasman 15.000 al día, la mitad que en 2007. Vispi lleva 10 años controlando la calidad de los componentes. Cuando le contrataron se sintió tranquilo: "Bialetti es la Ferrari de las cafeteras. Representa con su sello la excelencia italiana en el mundo. Y es este pueblo. Nunca pensaría que la iban a cerrar".
Desde finales de junio, las tres piezas fundamentales de la carrocería (caldera, recogedor y tapa) se van a fundir en la planta de Rumania. El aluminio llegará desde China, como en parte pasa ya ahora. "Yo mismo, con cinco compañeros, controlo la buena calidad de la materia prima que llega cada dos meses desde allá", explica Vispi. Las piezas brutas volverán a Italia para ser ensambladas, pulidas y encajadas. No será Bialetti quien remate el producto, sino industrias externas que ya colaboran con el sello. Sacan brillo a las moka e imprimen el hombrecito de bigotes. El café salva así un cierto regusto italiano, sin duda, cambia su aroma. "Es el final de la cafetera made in Italy. Es el final de una época", afirma cabizbajo Mauro Vitali, de 53 años, empleado en Bialetti desde los 18. "La parte noble de la producción, la investigación y el diseño permanecen en Italia", subraya la empresa. Sin embargo, suenan al vacío las palabras que campean en la web oficial: "Creemos en nuestros recursos y en la manufactura de nuestro territorio, en la tradición de un país único como Italia, rico en valores, cultura y bellezas irrepetibles".
Los sindicatos temen que el cierre de Bialetti acelere la caída de otras industrias locales. Aquella región lozana, encajada entre los lagos de Orta y Maggiore, alberga uno de los distritos industriales más importantes del norte de Italia, con 150 factorías metalmecánicas, concentradas en el sector doméstico, con puntas como Bialetti, Alessi y
Lagostina. Ciento treinta empresas tienen ERE, y el sindicato más representado en las fábricas, Fiom-Cgil, considera que peligran 3.500 empleos.
La región es un bastión de la Liga. En la campaña electoral para las regionales del 28 de marzo, el partido del Norte prometió impedir la deslocalización de empresas locales. Ganó las elecciones, pero nadie defiende el acento italiano del hombrecito de bigotes. Parole parole parole... -
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