Con Messi no basta
Pese a dominar, el Barça se queda sin marcar por tercer partido seguido en su estadio
Hace tanto tiempo que Ronaldinho hizo mutis por el foro que anoche se le añoró con tanta naturalidad y sólo al reparar en el marcador se le echó de menos. Al final y cada vez que el Barça sacó una falta. Ronaldinho plantó tantas veces la pelota en la frontal del área rival que seguramente Van der Sar fue quien más se acordó de su ausencia: que te tire Márquez, Deco o Henry no es lo mismo. El portero holandés, tan intrascendente para la memoria colectiva del fútbol que nadie le recuerda una gran parada en sus 37 años de vida, no tuvo mucho trabajo anoche, sencillamente porque el Barcelona, otra vez, careció de pegada.
Enfadado con el gol, el conjunto de Rijkaard lleva tres partidos consecutivos en el estadio sin celebraciones. Buscándole un sustituto al gaucho, que tantas veces decidió a balón parado en el Camp Nou, el partido le hizo un guiño. Cristiano Ronaldo despreció la oportunidad de poner por delante a su equipo de penalti y a Messi le venció el músculo que amenaza con matar su carrera. Ni por ésas. Empate a cero y Valdés de portero, sobrio y en sitio otra vez.
Ronaldo decidió que la de ayer en el Camp Nou no era su noche tan pronto cambió de hábito. Se ejercitó como siempre, a su bola, durante el calentamiento, al más puro estilo Ronaldinho. Pero cuando se trató de plantar la pelota y marcar las diferencias, como hacía casi siempre el gaucho, la pifió. Llevaba tres penaltis marcados de manera consecutiva lanzando el balón a la derecha del portero, así que todavía debe maldecir la idea que tuvo anoche al cambiar de idea y rematar arriba y al palo contrario. Se lanzó Valdés donde le recomendaba la estadística, porque en los entrenamientos ya le avisaron de las costumbres del portugués, pero Ronaldo improvisó, cambió y falló. Tan pronto como Messi le robó la pelota y la posibilidad de armar una contra, el mano a mano de estrellas tuvo un ganador. Tirado en el suelo, maldijo Ronaldo. Se habían jugado apenas unos minutos. A los 15, Messi amagó de cintura y se descubrió el mundo. Un sombrero a Brown, a la media hora, dejó claro que como ya no está Ronaldinho, manda él.
Messi regateó cuando pudo y buscó ayuda cuando la necesitó, pero coincidió durante el primer tiempo con un mal Deco y con el pobre apoyo de Zambrotta, que, exigido por la presencia de Ronaldo, salió al campo pensando en algo más que ayudar a Leo. Hizo bien guardando la casa. En gran parte, si el 7 del United apareció poco fue debido al buen trabajo del italiano.
Zambrotta, que esperaba con la lección aprendida a Cristiano Ronaldo, sabía que si le encaraba sólo podía pararle con esfuerzo, atención y sobre todo, estando muy pendiente de la pelota. Y eso hizo. El campeón del mundo le anticipó casi siempre que tuvo ocasión, no le perdió la cara y le jugó de tú a tú. Además, le provocó mucho desgaste haciéndole trabajar en defensa. "Concentración y apoyos", explicó en la víspera que exigía la tarea de tapar al 7. Así que obró en consecuencia consciente de que hacía tanto daño lejos del área como cerca.
El Barcelona se ganó la pelota y buscó que decidiera el talento, colgándose de Messi indisimuladamente. Hasta que el menudo delantero argentino notó unas molestias y, tal como había acordado previamente con el médico, dijo punto y basta. Frank Rijkaard le sustituyó por Bojan. A Messi se le había buscado 54 veces, el triple de pases de los que recibió Eto'o, que corrió en balde casi siempre buscando líneas de desmarque. Casi no tuvo ni una. Y como Iniesta apareció poco por la banda izquierda, la que un día no tan lejano fue de Ronaldinho, llegó un punto en el que se atascó el partido. Apareció Henry al final, para tirar una falta, justo donde antes la plantaba Ronaldinho y enmudecía el Camp Nou. Pero ya no está. Se fue. Y sin él, no es lo mismo. Ayer, el Camp Nou tomó plena conciencia. Ya no está el gaucho: se le busca sustituto.
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