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'Stecci', los juguetes olvidados por los gigantes

Una exposición en Zagreb da a conocer la delicada situación en que se encuentran estos monumentos funerarios medievales, únicos en Europa, amenazados por la lluvia ácida

Han sobrevivido, siglo tras siglo, a las catástrofes, enfrentamientos y guerras de una región donde el género humano no ha escatimado en atrocidades. Han guardado la memoria de los muertos, comprendiendo el dolor de los vivos e intentando repartir consuelo. Pero ahora están seriamente amenazados. Superar todo el siglo XX sin heridas no es fácil, y menos en los Balcanes.

Así que los stecci, monumentos funerarios medievales, apenas se inmutaron con las luchas de las últimas dinastías croatas, con la llegada de los húngaros, con las guerras contra los otomanos, con la Paz de Versalles, con la invasión de los países del Eje, con los movimientos partisanos, con Tito, con la disolución de Yugoslavia y todo lo que vino después... Pero la lluvia ácida está siendo demasiado para estos bloques de piedra de hasta tres toneladas que se dispersan por el sur de Croacia, el oeste de Serbia, una parte de Montenegro y por toda Bosnia-Herzegovina.

Para dar a conocer el peligro que corren estos monumentos, y el estado de desprotección en que se encuentran, se ha organizado una exposición en Zagreb. "El objetivo es llamar la atención sobre el hecho de que estos monumentos sepulcrales, únicos en Europa, están en estado catastrófico, que su protección es urgente", cuenta la directora de la muestra, Jasminka Poklecki-Stosic.

Testimonios únicos

Los stecci son monolitos místicos creados entre los siglos XI y XVI, ornamentados con bajorrelieves y con unos epitafios inundados frecuentemente de poesía ("Tú, que leas esta mi piedra, tal vez fuiste hasta la estrella. Y regresaste, ya que allí no hay nada más que tú mismo de nuevo", se lee en uno). Dependiendo de la forma que presentan se llaman tabla, pilar, baúl, casa o cruz. Y entre los miles que se conservan -sólo en Bosnia, se calcula que hay más de 60.000- no existen dos idénticos.

"Son tan diferentes de lo que hoy conocemos de los demás monumentos sepulcrales medievales y los ritos de entierro en Europa, que representan un fenómeno único de la arqueología europea", asegura Poklecki-Stosic.

En la Edad Media, fueron usados como monumentos sepulcrales por las tres confesiones existentes, tanto católicos, como ortodoxos y miembros de la Iglesia Bosnia, una variante cristiana herética.

Juguetes olvidados

Sobre su origen, y su simbolismo, existen diversas teorías. Lo que está claro es que pueden servir para uno o varios enterramientos y que su tamaño y ornamentación están relacionados con la jerarquía social de los difuntos. Su uso decayó, hasta desaparecer, con la llegada de los otomanos a los Balcanes en el siglo XV.

Pero eso no impidió que su imaginería de lunas, estrellas, espadas, animales y seres fantásticos o sus escenas de danza, caza, guerra, oración y competiciones de caballeros; continuaran alimentando durante siglos las leyendas.

Así, mientras que para unos se trataba de juguetes de piedra que los antiguos gigantes dejaron olvidados por las montañas y valles; otros preferían la versión romántica y creían que se trataba de antiguos amantes congelados. Pero en lo que todos coincidían es en la maldición que caería sobre quien intentara moverlos. Una amenaza que ahora se ha obviado en parte (la mayoría de los stecci que se exponen ya habían sido movidos anteriormente de su lugar original), aunque por una buena causa: salvar a estos monumentos.

La lluvia ácida es una amenaza para la conservación de los 'stecci', unos monumentos funerarios únicos que nos han llegado desde la Edad Media.
La lluvia ácida es una amenaza para la conservación de los 'stecci', unos monumentos funerarios únicos que nos han llegado desde la Edad Media.EFE
La forma e imaginería de estos monolitos sepulcrales es muy variada. Entre las decenas de miles de 'stecci' repartidos por los valles y montañas de los Balcanes, no hay dos iguales.
La forma e imaginería de estos monolitos sepulcrales es muy variada. Entre las decenas de miles de 'stecci' repartidos por los valles y montañas de los Balcanes, no hay dos iguales.EFE

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