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La crisis del euro

Sin avances en la negociación para evitar la quiebra de Grecia

Bancos e instituciones se reúnen sin resultados, mientras surgen dudas en algunos países sobre la aportación privada

Andreu Missé

Las reuniones de los banqueros para definir su contribución al nuevo rescate de Grecia están tropezando con más dificultades de las previstas. Representantes de la banca internacional, la Unión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y del Gobierno griego volvieron a reunirse ayer en Roma sin lograr avances. El encuentro es continuación del mantenido ya en esta ciudad y esta misma semana en París, en el que participó el director gerente del Instituto Internacional de Finanzas, (IIF), que agrupa a las 400 principales entidades financieras y de seguros del mundo.

La reunión de Roma estuvo dirigida por Vittorio Grilli, presidente del Comité Económico y Financiero de la UE y director general del Tesoro de Italia. Los representantes del mundo financiero y de la UE intentan preparar el terreno para definir el segundo rescate de Grecia, que podría oscilar entre los 80.000 y los 90.000 millones, en el que será fundamental la contribución de los bancos. Esta podría oscilar entre 25.000 millones, según indicó el ministro de Finanzas belga, Didier Reynders, y los 30.000 millones, según analistas financieros. El nuevo paquete será analizado en las próximas reuniones del Eurogrupo y del Ecofín de los próximos 11 y 12 de julio.

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Las dificultades para alcanzar un acuerdo crecieron tras la advertencia de la agencia de calificación Standard & Poor's de considerar como suspensión de pagos la propuesta de la banca francesa dispuesta a refinanciar la deuda griega que venza en los próximos dos años, con nuevos títulos de 30 años de vida a un tipo de interés que oscilaría entre el 5,5% y el 8%, según el crecimiento de Grecia.

A medida que se alargan las negociaciones surgen más duras sobre la disposición real de la contribución bancaria. En este sentido, el ministro holandés de Finanzas, Jan Kees de Jager, expresó serias reservas sobre la viabilidad de una respuesta voluntaria. De Jager declaró al diario económico holandés Het Financieele Dagblad que "debemos aceptar que una contribución voluntaria no es realista". El ministro precisó que si una "contribución obligatoria lleva a un default (suspensión de pagos) débil y aislada esto no será tan terrible para Grecia, pues ahora no está por el momento en el mercado y no lo estará durante un tiempo".

El portavoz del ministro holandés indicó que "Holanda siempre ha defendido que debería haber una contribución sustancial de los bancos privados en el plan de salvación de Grecia".

El carácter "voluntario" de la contribución de los bancos volvió a ser exigido como condición inexcusable por parte del presidente del BCE, Jean-Claude Trichet. Entre los analistas y académicos continúa la inquietud por el retraso en la toma de decisiones y sus efectos contaminantes sobre otros países. Sony Kapoor, director gerente de Re-Define, un centro de estudios dedicado al desarrollo de las finanzas y el medio ambiente, señaló ayer que "los dos únicos enfoques que tienen sentido ahora son un categórico recorte de los tenedores privados de deuda griega o una recompra a gran escala a los precios de descuento existentes en el mercado. Cualquier otra opción sólo pospondrá un resultado inevitable".

La contribución de los bancos en el rescate de Grecia fue el principal punto del día de la reunión que mantuvieron ayer en Berlín el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, y su homólogo francés, François Baroin, nombrado la semana pasada en sustitución de Christine Lagarde, nueva directora gerente del Fondo Monetario Internacional.

Alemania ha sido desde el origen de la crisis la principal impulsora de la contribución de los bancos. Primero en la declaración franco-alemana de Deauville en octubre del año pasado, impulsada por Merkel. Entonces se acordó la llamada participación del sector privado pero a partir de mediados de 2013. Las cosas empeoraron, y el pasado mayo fue Schäuble quien planteó esta participación para ya, proponiendo cambiar la deuda griega que fuera venciendo por nuevos títulos a siete años. París reaccionó primero con frialdad, pero más tarde respondió con una contraoferta en principio más ambiciosa que prevé la refinanciación hasta 30 años. El IIF ha mostrado su disposición a recomprar deuda griega con plazos de vencimiento más largos a los vigentes pero sin más precisiones.

Máscaras ante el Parlamento griego que representan a los diputados que aprobaron el recorte.
Máscaras ante el Parlamento griego que representan a los diputados que aprobaron el recorte.P. G. (AP)

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