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Vivir (bien) con el petróleo a 100 dólares

La economía mundial digiere el latigazo del crudo, aunque la inflación amenaza

Claudi Pérez

Una pequeña revolución está a punto de llegar a la India. Tata, el mayor fabricante del país, planea sacar al mercado un nuevo coche. Cuatro plazas, motor atrás y una espectacular pegatina con el precio: 1.700 euros. Recuerda al Seat 600, el símbolo del despegue económico de España en los años sesenta. Pero en la India viven más de 1.000 millones de personas y Tata prevé producir un millón de vehículos al año, el doble de todos los modelos que fabrica ahora Seat. Es sólo el inicio, porque apenas hay coches en las carreteras indias, llenas de scooters y bicicletas.

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India, como China, ha experimentado un fenomenal crecimiento en los últimos años. Y los indios, como los chinos, quieren lo que ven en televisión: coches, teléfonos móviles, todo lo relacionado con el estilo de vida occidental. Y eso supone energía. Toneladas de petróleo.

La tensión política en Oriente Próximo y los desastres naturales conviven desde hace meses con la debilidad del dólar y la especulación en torno al crudo. Todo eso influye diariamente en las cotizaciones, que en las últimas semanas han superado varios récords nominales (es decir, sin descontar la inflación) y rozan ya el máximo histórico: los 101,7 dólares por barril en 1981 (actualizando el nivel de precios), alcanzados tras la revolución iraní. Pero hay más.

"La irrupción de China e India, que al potencial de su industria suman ahora 2.500 millones de consumidores, supone un enorme tirón de la demanda con alarmantes consecuencias", asegura el economista jefe del Organismo Internacional de la Energía (IEA, en inglés), el turco Fatih Birol. EL IEA publicó esta semana sus pronósticos sobre la evolución del mercado energético. El petróleo es la principal fuente de energía de la economía mundial, así que es habitual que sea objeto de previsiones catastrofistas. Pero este año, coincidiendo con el alza de precios, el IEA se supera a sí mismo: no descarta problemas de abastecimiento para 2015 por la combinación del repunte de la demanda con el estancamiento de la oferta. Lo que los anglosajones denominan un crunch en toda regla.

En lo que entonces parecía un ejercicio de fantasía, el banco de inversión estadounidense Goldman Sachs predijo en 2005 que los precios llegarían a 105 dólares por barril a lo largo de esta década. "Nadie duda ahora de que el crudo puede alcanzar incluso los 150 o los 200 dólares", afirma Mariano Marzo, catedrático de Recursos Energéticos de la Universidad de Barcelona. "La sed de petróleo de China y la India no va a detenerse. Y los países productores están subvencionando su gasolina e incentivan así su consumo masivo, con lo que el petróleo para exportar es cada vez más escaso. Puede que los precios bajen, pero la era del petróleo barato hace tiempo que se acabó", añade.

Desde 2002, el precio casi se ha cuadruplicado. Y aun así los economistas están razonablemente contentos de cómo digiere la economía mundial el latigazo de las cotizaciones del crudo. "Caminamos sobre una fina capa de hielo, que por ahora aguanta. ¿Hasta cuándo? Eso es lo difícil de contestar", concluye Marzo. Los economistas consultados y el IEA predicen una ligera corrección en el precio. Pero está por ver. En las últimas semanas, el petróleo no bajó de 90 dólares, "el límite asumible" según Paul Isbell, economista principal del Instituto Elcano. "Más allá de los 100 dólares, si ese precio se sostiene en el tiempo, el petróleo provocará una caída de la demanda", apunta.

El petróleo empuja la inflación en todo el mundo. A pesar de la debilidad del dólar, que amortigua parte del alza de la cotización del crudo, si el petróleo sigue presionando la inflación se disparará. Y las consecuencias pueden ser graves. "Supondría una subida automática de los tipos de interés", explica Josep Oliver, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona. Y el inicio de un peligroso efecto dominó: "Si suben los tipos, las hipotecas se encarecen. La gente compra menos porque la hipoteca es lo último que deja de pagar. Y si baja el consumo, bajan los beneficios empresariales y con ellos las inversiones. Y empiezan los despidos". Así describe la espiral que conduce a la recesión el economista jefe de Intermoney, José Carlos Díez.

De momento, la economía mundial se asoma a los 100 dólares por barril con aparente normalidad. Para 2008, el FMI espera un crecimiento notable, del 5%, aunque con el petróleo a un precio medio de 75 dólares. Paradójicamente, las petroleras dicen tener dificultades para mantener sus márgenes de beneficio, aunque sus cotizaciones bursátiles lo desmientan. Hay más ganadores: los Gobiernos, que se embolsan ingentes cantidades de dinero en impuestos; en Europa, casi la mitad del precio de la gasolina se va en tributos.

"Vivimos totalmente de espaldas al precio del crudo, igual si está a 100 dólares que si está a 50. Eso sí: viene Al Gore y llena teatros de gente que le escucha con lagrimitas en los ojos. Después vuelven a su casa en coche y malgastan combustible sin rechistar. Nos empeñamos en no hacer nada para evitar lo que se nos viene encima", reflexiona José Luis Nueno, profesor de la escuela de negocios IESE.

El influyente informe Hirsch sostiene que son necesarios 20 años de inversión sin precedentes para que la oferta esté a la altura de la demanda. EL IEA aconseja apostar por más eficiencia energética y elevar el peso de las energías renovables y de la nuclear -"siempre que sea posible", apostilla Birol-. Pero el petróleo a 100 dólares permite también explorar pozos que requieren mayores inversiones.

"No, no, no, no nos sigáis", decía un columnista de The New York Times al escribir sobre las implicaciones del nuevo coche de Tata sobre la energía y el medio ambiente. "No podemos decirle a China y a la India que no vayan por el camino que antes han recorrido EE UU y Europa; no es justo", contesta Fatih Birol. El peligro de un buen resbalón acecha, aunque, de momento, la economía viva sin grandes sobresaltos con los 100 dólares por barril.

Un pozo de petróleo de la empresa rusa Yukos en Siberia.
Un pozo de petróleo de la empresa rusa Yukos en Siberia.REUTERS

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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