La UE endurece el plan de estabilidad
Alemania logra que Europa acepte imponer nuevas sanciones a quienes violen los acuerdos sobre déficit - Los países avanzarán en la coordinación económica
La Unión Europea impondrá sanciones a los países que violen en el futuro el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, convertido hoy en papel mojado por políticas presupuestarias que han puesto a la moneda única contra las cuerdas. "Hay consenso en el principio de sanciones financieras y no financieras", declaró ayer Herman Van Rompuy al concluir la primera reunión del grupo de trabajo que busca dar musculatura y credibilidad al Pacto. En la reunión quedó de manifiesto que Alemania y sus peticiones de disciplina, rigor y mano dura marcan la pauta en la Unión. Las dificultades llegarán a la hora de detallar las medidas, pronostica el comisario de asuntos económicos Olli Rehn.
La reunión de ayer era la primera de una serie que debe concluir en octubre con la presentación del plan de actuación elaborado por Van Rompuy a partir de las aportaciones de la Comisión, los 27 socios y del presidente del Banco Central Europeo, esencialmente. Esta cita se produjo en un momento de gran tensión financiera, en una atmósfera dominada por la sensación de que hay que hacer algo, hacerlo bien y hacerlo urgentemente para que no se vuelvan a repetir errores que han puesto en la cuerda floja al euro y atacado la credibilidad de la propio Unión.
Berlín y Ámsterdam se oponen a la idea de crear un eurobono común
En conferencia de prensa, Van Rompuy dijo que había acuerdo de todos en cuatro objetivos. Uno, "alcanzar mayor disciplina presupuestaria", reforzando el pacto de estabilidad. Dos, "reducir las divergencias de competitividad entre los Estados, al menos cuando sean muy grandes". Tres, "contar con un mecanismo efectivo de gestión de crisis" para poder tratar con problemas como los actuales. Cuatro, "reforzar la gobernanza económica, en términos institucionales, para poder actuar de forma más rápida y de forma más coordinada y más eficiente".
Como el Pacto de Estabilidad existe, con sus exigencias básicas de mantener el déficit por debajo del 3% y la deuda sin superar el 60%, y lo que no parece existir es voluntad o capacidad de aplicarlo, todos los reunidos estuvieron de acuerdo en que a grandes males grandes remedios. "Hay consensos en el principio de aplicar sanciones financieras y no financieras", anunció Van Rompuy.
Alemania, el país de la disciplina financiera por antonomasia en la Unión, había propuesto expresamente sanciones de ese tenor, como suspender, y hasta revocar, la entrega de fondos estructurales a los países que violen sus compromisos. Sin descartar que a los infractores se le prive de sus derechos de voto en el consejo por al menos un año.
Ayer no se entró a fondo en los detalles, como tampoco en el deseo de Alemania, secundado con mayor suavidad por la Comisión Europea, de que las legislaciones nacionales asuman las obligaciones del tratado en lo relativo a la disciplina presupuestaria. Pero por ahí van las ideas. Van Rompuy se dijo más que satisfecho con lo escuchado: "Me ha alegrado que todos estemos dispuestos a tener un Pacto de Estabilidad más fuerte. Si necesitamos sanciones crearemos nuevas sanciones, más de las que ahora están previstas en el Pacto de Estabilidad".
El pacto vigente prevé sanciones graduales (con fiscalización muy pautada de los programas de vuelta a la normalidad) que pueden llegar al límite de gravosas multas (con tope del 0,5% del PIB), extremo nunca alcanzado y que se evocó en 2003 precisamente contra Alemania y Francia. Entonces, ambas potencias económicas y políticas comunitarias forzaron una reforma del pacto para flexibilizarlo que ahora se ha mostrado contraproducente.
Alemania se propone desandar el camino andado en su calidad de principal contribuyente al plan de rescate de Grecia y al fondo de 750.000 millones de euros para otros posibles afectados. Preguntado Wolfgang Schäuble, ministro alemán de Finanzas y autor de las propuestas inspiradoras de la nueva política de mano, si Berlín marcaba la pauta en el nuevo enfoque respondió que a él fue el primero a quien ayer se le dio la palabra, pero que sus ideas eran sólo "una contribución a la discusión" y que Alemania está dispuesta a escuchar a todos los demás socios. "Debemos actuar rápido, tan rápido como sea posible", advirtió.
Algunas de las sanciones que se han estado considerando, incluida la atómica de expulsar a un país recalcitrante en sus violaciones, supondrían una reforma del tratado, de lo que los reunidos ayer también hablaron. Van Rompuy reveló que algunos países están a favor de la reforma, otros en contra y un tercer grupo es partidario de hacerlo, aunque con condiciones. Pero la situación es de urgencia y entrar en retoques del tratado, algo que produce temblores en la Unión, llevaría años. "Se hará lo máximo que se pueda hacer con el tratado actual", zanjó Van Rompuy. "Eso permitirá ir más deprisa".
"Nada está excluido y toda discusión está abierta", reconoció el presidente del Consejo, pero como señaló Christine Lagarde, la ministra francesa de Finanzas, "estamos centrados en lo que se puede hacer ahora, ser pragmáticos, eficientes y en dar musculatura a una estructura que ya existe".
España acudió a la reunión de ayer sin un plan de acción propio, a la espera de discutir lo que planteara Van Rompuy, de creer a la vicepresidenta Elena Salgado. "El Pacto de Estabilidad ya incluye la posibilidad de sanciones", declaró Salgado al concluir la reunión. "Se trata de reforzar esa parte preventiva y considerar qué tipo de sanciones".
En la reunión de ayer también se discutió sobre la posibilidad de emitir un eurobono para abaratar el coste de financiación de los países con más dificultades para endeudarse, pero Holanda y Alemania expresaron serias objeciones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.