Stamford Bridge, tan excitante como exigente

Alcanzada la final de la Copa del Rey y encarrilada la Liga hasta el extremo de que el domingo podría cantar el alirón en el Camp Nou, al Barcelona sólo le queda hoy ante el Chelsea una última parada en la Champions antes de llegar a la disputa del título en Roma, el día 27, y cuadrar una extraordinaria trayectoria. La cita en el cuadrilátero de Stamford Bridge (20.45, Canal +) es tan excitante como exigente para el cuadro azulgrana, el único capaz de batirse con los fabulosos representantes de la Premier, torneo por excelencia del fútbol europeo.

A los azulgrana les avala un último marcador que no precisa comentario: 2-6 al Madrid en el Bernabéu. "El resultado nos da confianza y seguridad", afirma el director deportivo, Txiki Begiristain; "a ver si el subidón nos lleva hasta Roma". Aunque no pasó del 0-0 en la ida, al Barça le alcanza con un empate a goles en la vuelta. El problema es que nadie en la expedición sabe "cómo se juega a empatar a goles" y hay constancia de que el Chelsea, invicto en su feudo desde la visita del Barça en febrero de 2006, "no está precisamente temblando" de miedo.

Junto a Piqué jugarán Abidal o Cáceres mientras Henry es duda por una lesión

A Hiddink la estrategia y la táctica no le dejan dormir y sus muchachos sufren insomnio desde el resbalón de Terry en la final de Moscú la temporada pasada. Cinco veces semifinalistas en los últimos seis años, se han endurecido tanto que hasta cierto punto aparecen como unos admirables malvados que se sienten ante una de sus últimas oportunidades de ganar el trofeo. Tienen mucha calidad física y experiencia y se reafirman en las acciones de estrategia a cambio de negar al rival en el entrejuego. Pegan mucho y bien (20 faltas en el Camp Nou) y rentabilizan los córners (han botado 51 en el torneo) y las faltas laterales con su fútbol de intimidación. "Si el Barça se queja es porque está frustrado por no batirnos", coinciden en Stamford Bridge.

La agresividad del Chelsea contrasta con el virtuosismo del Barça. Pocos equipos combinan y se mueven tan bien como el azulgrana a partir del triángulo Xavi-Iniesta-Messi. El caudal de juego ofensivo está garantizado, incluso frente al Chelsea. Si el Barça no ganó en el Camp Nou fue por el intervencionismo de Cech. Únicamente en cuatro partidos de 55 se ha quedado el Barça sin marcar. Audaz en el planteamiento y valiente en la cancha, al equipo de Guardiola sólo le preocupa en la línea ofensiva la lesión en la rodilla derecha de Henry, dudoso para esta noche.

Nadie duda del atrevimiento de Guardiola. La incógnita está en la alineación de Hiddink. La inclusión de un segundo delantero como Anelka en vez de un cuarto medio puede marcar el partido. La del Barça sería un buen argumento para que el Chelsea cargase su ataque. Lesionado Márquez y sancionado Puyol, los azulgrana sólo disponen de Piqué como central titular. La segunda plaza se la disputan Abidal y Cáceres, sin descartar a Víctor Sánchez, Touré o Busquets.

Aunque está falto de ritmo de competición y le cuesta jugar la pelota, el uruguayo Cáceres parte con ventaja porque es fuerte, rápido y buen marcador. El cambio es natural: hombre por hombre. Las demás alternativas son peligrosas porque afectarían a dos plazas e influirían en la mecánica del juego. No es un asunto banal. El nudo del partido está precisamente en el área del Barça y en conocer los acompañantes de Drogba y Piqué. Los azulgrana son débiles a balón parado, como se vio en Madrid, y los blues viven, en cambio, de la estrategia.

El partido promete fuertes emociones. Tres mil aficionados han decidido acompañar al Barça. "De momento, batimos récords", sentencia Txiki; "luego, habrá que competir con los mejores equipos de la historia a partir de los títulos".

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