El revés del sueño americano
Tras darse a conocer con algunas producciones inglesas, concretamente Darling (1963) y Lejos del mundanal ruido (1967), el londinense John Schlesinger realiza Cowboy de medianoche, su primera película norteamericana. Su gran éxito y los importantes Oscar que obtiene, le permiten trabajar en Estados Unidos con regularidad hasta convertirse en un tan sólido como desigual realizador.Basada en una novela de James Leo Herlihy, transformada en guión por Waldo Salt, Cowboy de medianoche narra el descenso a los infiernos de Joe Buck, un vaquero de Tejas que llega a Nueva York creyendo que va a triunfar seduciendo a ricas mujeres, pero se encuentra con una dura realidad que poco tiene que ver con sus sueños. Al tiempo que también cuenta su amistad con Ratso Rizzo, un pobre estafador tuberculoso de origen italiano cuyo sueño es irse a vivir a Florida.
Midnight cowboy
Director: John Schlesinger. Guión: Waldo Salt. Fotografia: Adam Holender. Música: John Barry. Estados Unidos, 1969. Intérpretes: Dustin Hoffman, Jon Voight, Silvia Miles, John McGiver, Brenda Vaccaro. Estreno en Madrid: Palafox, Arlequín (V.O.S.).
En su momento, hace 25 años, el gran atractivo de Cowboy de medianoche era la crudeza del diálogo, así como la presencia de unos tipos y ambientes que nunca habían aparecido en una producción comercial. Sin olvidar la presencia en la escena de la fiesta de algunos de los actores más característicos de las películas independientes del pintor Andy Warhol, como Viva, Ultra Violet, International Valet, Taylor Mead, y también el más tarde conocido realizador marginal Paul Morrisey.
Hoy muy pocos se acuerdan de estos actores y este director, Warhol se ha convertido en un artista de. otra época y hace mucho que nadie se sorprende de la dureza que encierran los personajes de una película, por lo que Cowboy de medianoche se presenta de nuevo ante el público, con la imagen y el sonido convenientemente restaurados, sin ningún tipo de más o menos falsos oropeles, tal y como siempre ha sido.
El resultado, como ya ocurría en su momento, es una producción llena de excesos, apoyada en un duelo interpretativo entre un Dustin Hoffman, todavía más terrible que de costumbre, y un Jon Voight, aún con cierta cara de niño mofletudo, en los comienzos de su corta y desigual carrera , pero sobre todo en la canción Everybody's Talkin, de Harry Nillson, hace tiempo convertida en un clásio.
Sin embargo, el conjunto ha adquirido una particular solera que permite contemplarlo con una cierta distancia, como el producto muy determinado de una época, el negativo del sueño norteamericano al final de los felices sesenta, y no llegar a producir ni los apasionamientos, entre el público, ni los odios, entre la crítica, que despertó en su momento.
Babelia
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