La catarsis del gran maldito del jazz
Recuperado un directo inédito de 1977 del saxofonista Art Pepper
Pasó más tiempo entre rejas que sobre un escenario. Apenas tuvo tiempo de saborear las mieles del éxito. Si existe un músico maldito en la historia del jazz, ese es Art Pepper. Casi veintinueve años después de su fallecimiento, el nombre del saxofonista levanta pasiones entre la selecta minoría que rinde culto a su figura. Una reciente edición recoge por vez primera la actuación que ofreció en Chicago, en julio de 1977, con la compañía de Steve Rodby -futuro miembro del Pat Metheny Group-, al contrabajo.
Once años antes, el saxofonista, que alguna vez fue comparado con el mismísimo Charlie Parker, acababa de ser liberado tras una segunda estancia en el penal de alta seguridad de San Quintín. Ni siquiera le apetecía volver a tocar, pero necesitaba dinero y se alistó en la big band del baterista Buddy Rich.
"Su música alcanza intensidades casi insoportables", dijo un crítico
El artista pasó más tiempo entre rejas que sobre un escenario
Una noche siente un intenso dolor en el estómago. El consiguiente examen médico revela que su bazo sufre las consecuencias de las constantes peleas con su compañera, Christine. La suerte está echada: coincidiendo con su salida del hospital, ella le abandona. "Me hizo un corte de mangas desde su coche y se fue derrapando. Me senté delante de la casa. Me encontraba como en mi infancia, cuando mi madre me abandonaba para emborracharse. Tenía 44 años y mi vida estaba arruinada". Algunos meses más tarde, el saxofonista ingresaría por propia voluntad en un centro de recuperación para drogodependientes en Santa Mónica.
Hasta aquel momento, la fama de yonqui lunático que le acompañaba había echado para atrás a los promotores en su intento de hacerse escuchar más allá de los límites de las montañas Rocosas. Pepper podía grabar un disco junto a la sección rítmica de Miles Davis -un honor al que muy pocos intérpretes de raza blanca podían aspirar-; sin embargo, nadie era capaz de asegurar que fuera a acudir a las citas. Llevaba consumiendo heroína y LSD desde hacía más tiempo del que podía recordar. Su carrera era un continuo ir y venir entre el estudio y la cárcel. Solo con mucho esfuerzo había puesto algo de orden en su vida. Con 51 años, a Art Pepper la historia iba a hacerle por fin justicia.
En enero de 1977, el saxofonista, supuestamente limpio de polvo y paja, viajó por vez primera fuera de Estados Unidos, con dirección a Japón. La gira resultó toda una revelación. Pepper fue arropado por un ejército de seguidores fanáticos para quienes su vida y obra carecían de secretos: "Allí me enteré de que soy una leyenda". Ese mismo año, en el mes de julio, se le abrieron por vez primera las sacrosantas puertas del Village Vanguard, la meca del jazz en Nueva York. La noche de su debut, el saxofonista fue presa del pánico mientras bajaba las escaleras de acceso al sótano donde le esperaba Elvin Jones sentado a la batería. Nada en él parecía encajar con semejante ambiente de sofisticación y bohemia. Se sentía como un cobaya expuesto a la curiosidad de un público más interesado por su vida privada que por su música.
El 16 de julio, el saxofonista viajó a Chicago para tocar en el más célebre de los clubes de jazz de la ciudad, The Jazz Showcase. Tras casi dos semanas de gira, su aspecto era el propio de quien lleva varios días sin comer ni dormir: demacrado y delgado como una escoba.
Las horas anteriores al concierto las empleó en recorrer los rincones más oscuros en un coche alquilado, en busca de la correspondiente dosis de cocaína y metadona. "Cuando se es dependiente, uno tiene que aprender a valerse por sí mismo". Para sorpresa de algunos, el saxofonista hizo acto de presencia en el lugar y la hora indicados, y con algún material inédito escrito para la ocasión.
A Pepper le presentan a los integrantes de la sección rítmica: el pianista Willie Pickens, el baterista Wilbur Campbell y el joven contrabajista Steve Rodby. Uno y otros tocaron juntos sobre un escenario como si hubieran llevado toda la vida haciéndolo. El resultado puede escucharse por vez primera en CD: esArt Pepper live at The Jazz Showcase, testimonio desgarrador del efímero esplendor de un creador con mayúsculas pero sin suerte. "Escuchar a Art Pepper", escribió un crítico de la época, "constituye una experiencia catártica; su música alcanza una intensidad tal que, durante unos momentos, llega a ser casi insoportable". El disco que ahora ve la luz contiene lo que él y sus acompañantes interpretaron (tres estándares y dos originales) la noche del 16 de julio de 1977. El jazz en su más alta expresión. Cada solo del saxofonista es un acontecimiento a vida o muerte: "De pronto un lamento, de pronto una exclamación de alegría... es su vida y es el artista, que no quiere esconderla", dijo la crítica.
Art Pepper falleció el 15 de junio de 1982. En su autobiografía, Straight life, dejó escrito: "Solo una existencia extrema puede producir gran arte".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.