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El arte como simulación electrónica

Una muestra presenta al videojuego como un lenguaje que inspira al cine, el vídeo y la música

Hay simulaciones que pueden resultar muy peligrosas. El artista John Klima (Nueva York, 1965) introduce una moneda en un helicóptero de juguete que ha diseñado él mismo. El vehículo se enciende. Es uno de esos en los que se montan los chavales en las ferias. Se oye ruido de motores y el artista ríe. Una pantalla incorporada muestra un mapa de Afganistán en tres dimensiones sobre el que avanzan las tropas estadounidenses. Todo esta detallado con precisión. Lo ha elaborado con datos del departamento de Estado de Estados Unidos que ha localizado en Internet. La imagen es muy similar a la de un videojuego.

Y muy similar también a las que utilizan los reclutas estadounidenses para entrenarse. El problema es que mientras agarran el joystick y dejan caer las bombas quizá olvidan que tras los iconos informatizados se pueden ocultar vidas humanas muy reales. "Es una forma de esterilizar la guerra, de limar sus asperezas y presentarla como algo inofensivo", explica Klima. "La información real existe, pero no la conocemos porque nos llega a través de una recreación informatizada".

La agenda incluye desde la cinta 'A scanner darkly' a música 'chiptune'
"La participación del observador en la obra revoluciona el arte", dice Álvarez

El lenguaje del videojuego sirve a Klima para denunciar que la guerra puede llegar a parecer un juego de niños, semejante a aquellas imágenes del bombardeo nocturno de Irak que transmitió la CNN a todo el mundo durante la Guerra del Golfo pérsico en los noventa. Sólo se veían centenares de destellos verdes sobre un fondo negro. ¿Como en la pantalla de una videoconsola?

El videojuego, sin embargo, se ha convertido en una herramienta con unas posibilidades expresivas enormes, como muestra la exposición Try Again, en La Casa Encendida hasta el 8 de junio, con una treintena de artistas que han tomado el videojuego como materia prima para crear películas, instalaciones, performances y música electrónica. Desde la cinta de animación A Scanner Darkly, de Richard Linklater (que se proyecta el 30 de abril), al sonido sintético chiptune compuesto con una Gameboy del duo Yes, Robot (que actúan el 10 de abril). El programa incluye además el célebre documental 8Bit, sobre el movimiento chiptune y la performance I dance, basada en el programa d-player, que permite crear coreografías al ritmo de cualquier música.

"En cada época ha habido una revolución en el arte", observa Juan Antonio Álvarez, comisario de la exposición y crítico de arte. "En el Renacimiento fue la perspectiva, en el siglo XX fue el movimiento a través del cine, y en el siglo XXI es la interacción que permiten las nuevas tecnologías. El espectador se convierte en parte activa ante la obra", sentencia. Que se lo digan, si no, al artista Aram Bartholl (Bremen, 1972), que ha planteado una performance que casi empuja a participar. El montaje, titulado Chat y que abre la muestra hoy a las 21.00, comienza cuando un técnico le da un teclado inalámbrico al visitante. Todo lo que teclea aparece proyectado en una pequeña pantalla con forma de globo de cómic que ese mismo técnico lleva de un lado para otro, siguiendo los pasos del espectador. "Es divertida la dinámica que se crea, porque se supone que son mensajes privados entre dos personas pero los acaba leyendo todo el mundo", ríe Bartholl, bajo un flequillo rubio pajizo. "Me he inspirado en juegos como World of warcraft y en el mundo virtual de Second Life, en los que cada personaje suele ir acompañado por un identificador", explica Bartholl, un arquitecto interesado en ilustrar las contradicciones de la nueva comunicación virtual.

"A través de un chat, el messenger y el email se crean unos lazos extraños. Crees que intimas y que conoces mucho a alguien pero cuando lo ves en persona te das cuenta de que la imagen que te habías hecho no tiene nada que ver. Es algo que te puedes suponer pero siempre te sorprende", observa. "La tecnología mejora la comunicación pero a veces crea situaciones disparatadas, como que dos tipos se comuniquen en la oficina a través del email", añade. Su performance coloca este tipo de comunicación privada en un espacio público. Confía tanto en su obra que incluso la instaló en un abarrotado club Transmedial en Berlín, el pasado febrero. ¿El resultado? "Muchos decían tonterías pero algunos aprovechaban para ligar". Y avanza que sus teclados móviles están pensados para que la gente se vaya a dar un paseo con ellos.

La industria del videojuego es ya la producción cultural "más potente", señala el comisario. (Para muestra, Halo 3, de Xbox, que recaudó 120 millones de euros en 24 horas en EE UU.) Su conclusión es que ha llegado el momento de plantear un "análisis crítico" sobre este nuevo medio y sobre "cómo refleja la realidad que nos rodea".

Try again. Del 10 de abril al 8 de junio. La Casa Encendida (Ronda de Valencia, 2). Cine: 2 euros. Conciertos y performances: 3 euros.

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