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Reportaje:

50 años de 'Vértigo'

Mañana se celebra medio siglo del estreno de la obra maestra de Hitchcock

La ciudad de San Francisco recuerda mañana el 50 aniversario del estreno mundial de Vértigo, una de las obras cumbre de Alfred Hitchcock, que se sobrepuso a las tibias críticas y la pobre acogida en taquilla para ser considerada una de las mejores películas de la historia.

Esa ciudad californiana sirvió de escenario a la cinta y se convirtió en un personaje más con su bahía, el puente Golden Gate, la basílica de la Misión Dolores o el museo Legión de Honor, ejemplo del gusto de su director por ilustrar sus cintas con monumentos o lugares emblemáticos.

La carátula de Vértigo, una historia sobre un ex policía que se enamora de la mujer a quien le han encargado seguir -personajes interpretados por unos inolvidables James Stewart y Kim Novak-, podría acompañar la definición de lo que se denomina un 'thriller psicológico' en cualquier manual de cine.

En este relato repleto de intriga, de obsesiones llevadas hasta el paroxismo y con gotas de necrofilia, el personaje de Stewart se jubila debido a su acrofobia (miedo a las alturas), desarrollada tras ser testigo de la muerte de un compañero cayendo desde un tejado durante una persecución.

Sin embargo, obtiene un encargo como detective privado para investigar a una mujer -rubia, no podía ser de otra manera con Hitchcock- que podría sufrir alguna enfermedad mental o haber sido poseída por un espíritu. Madeleine, el personaje encarnado por Novak, pasa los días visitando la tumba y el retrato de Carlotta Valdes, una mujer que se suicidó cien años atrás.

Esa es la base de "una de las películas más complejas de Hitchcock" y "una de las más grandes historias de misterio jamás filmada", según dijo el director estadounidense William Friedkin, autor de El exorcista o French Connection.

Esas declaraciones llegaron después de que en 2007 el Instituto de Cine Americano (AFI), que nueve años atrás la situó en el puesto 61, incluyera la cinta dentro de las diez mejores jamás filmadas. Pero no siempre cosechó tanto entusiasmo. "El viejo maestro ha fabricado otro disparate ''hitchcockiano'', donde el misterio no es tanto quién lo ha hecho, sino a quién le importa", afirmó la revista Time tras su estreno.

"Los ocasionales estallidos de estrepitosa acción, la prestidigitación cinematográfica y el inventivo uso del color no son capaces de mantener el interés a lo largo de la tenue narrativa de Hitchcock", sostuvo el rotativo Saturday Evening Post.

En el libro "El cine según Hitchcock", donde François Truffaut entrevistó al director británico, éste sostiene que el filme, al menos, "cubrió gastos", aunque el francés agrega que para un director como él, eso debe suponer un "fracaso".

"Supongo que sí", admitió Hitchcock, quien apuntó a los 50 años de Stewart (en la que sería la última colaboración del tándem tras hitos como La ventana indiscreta, de 1954, o La soga, de 1948 y otros factores externos para explicar el rendimiento de la cinta en taquilla: "Han vendido mal el filme".

Candidata a dos Óscar, a la mejor dirección artística y al mejor sonido, Hitchcock se llevó la Concha de Plata al mejor director en el Festival de Cine de San Sebastián, que también otorgó a James Stewart el Premio Zulueta al mejor actor.

Basada en la novela Sueurs froides: d'entre les morts, escrita por los franceses Pierre Boileau y Thomas Narcejac -cuyo nombre real era Pierre Ayraud-, el filme contó con la célebre partitura de Bernard Herrmann y otro de los clásicos títulos de crédito de Saul Bass.

Una música intrigante e histriónica, unos labios, los ojos de una mujer y el fondo rojo con el que se tiñe la pantalla dando paso a toda una espiral de suspense e hipnotismo fue el preludio del filme, al que homenajearon años después directores como Brian De Palma en Fascinación (1976) o Martin Scorsese en El cabo del miedo (1993).

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