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Crítica:La Lidia / Feria de Otoño
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Victorino, el toro diferente

Triunfe o fracase, el toro de Victorino es diferente. Quizá, por eso se le exige más, y se le critica con más dureza. Pero es un toro vivo, que impone respeto, y no es un artista, como otros, sino, simple y llanamente, un toro. Y un toro bien armado, serio, listo, bravo o manso, noble o dificultoso, que provoca inquietud, tensión y emoción. Por todo ello, el toro de Victorino es diferente aun en el fracaso. También por ello, el torero que se anuncia con ellos merece un plus de reconocimiento, y más en estos tiempos en los que toda la gloria se la llevan los artistas aprendices de bailarines que imitan pasos de ballet ante borregos enfermizos o beodos.

Ayer no triunfó la ganadería de Victorino. No salió ese toro completo de principio a fin, de recorrido largo, boyante y alegre en los tres tercios. Tampoco salió disparado ningún torero. ¿De quién fue la culpa? ¿Qué hubiera ocurrido con otra terna? Imposible respuesta, pero se pueden atisbar algunas respuestas.

Toros de Victorino Martín

Antonio Ferrera:estocada (pitos); dos pinchazos y casi entera baja (pitos). Diego Urdiales: estocada (ovación); estocada (oreja).

Plaza de Las Ventas.

No fue fácil la corrida, como no lo es el toro (el único toro fácil es el toro bobo y tonto que tanto abunda hoy, pero ése no es el de Victorino); pero tampoco surgió el torero hecho y derecho, poderoso, técnico y artista, con capacidad para superar dificultades y erigirse en claro y rotundo triunfador.

Lo intentaron de corazón los tres diestros, pero el resultado fue muy diferente. Diego Urdiales fue quien más se acercó a la gloria, pero lejos, sin duda, de sus sueños. Es valiente a carta cabal y aguanta lo inaguantable, que es lo que requería el gazapón que le tocó en primer lugar, que lo medía constantemente, y al que nunca le perdió la cara. Sin embargo, no estuvo a la altura requerida en el quinto, bravo en el caballo y corto en la muleta, al que toreó fuera de cacho y con escaso temple y mando. Destacaron unos entonados derechazos y unos ayudados finales que supieron a poco. Mató muy bien de una estocada de efectos fulminantes y lo premiaron con una oreja que pudo parecer benévola porque salió victorioso su oponente.

También fue bravo en el piquero el tercero, con el que Bolívar se gustó en un quite a la verónica abrochado con dos medias de cartel. Era ése un toro encastado, y requería, como es natural, una muleta poderosa y centrada. A Bolívar le faltó rabia, quietud, acoplamiento, quién sabe... Lo cierto es que sobraron pases enganchados, faltó unidad y continuidad, y ganó la codicia del toro. Lo volvió a intentar de veras en el sexto, pero ese toro no le facilitó la labor. Era descastado y tobillero, y Bolívar se desilusionó pronto, que era lo que su oponente merecía.

Y no fue malo, sino todo lo contrario, el primero de la tarde, precioso de hechuras, que apretó con nervio en el caballo, fue largo en banderillas y embistió con nobleza en el tercio final. Pero su matador, Antonio Ferrera, tiene una concepción muy impersonal del toreo, sin gracia, sin temple ni mesura. Nadie le ha regalado nada, sin duda, y su trayectoria merece todo el respeto. Pero ese toro, Antonio, merecía un torero hondo, bien plantado, y con sentido de la ligazón. Ferrera perdió una buena oportunidad de triunfo porque dio muchos pases desabridos, con la figura retorcida, el brazo acelerado y la tosquedad por bandera. Gazapón, pegajoso y muy dificultoso era el cuarto, y el torero, que puso banderillas con mucha voluntad en sus dos toros, se justificó con rapidez.

Triunfar, lo que se dice triunfar, no triunfó el ganadero. Pero qué diferente sería la fiesta si los toros "fracasaran" tanto como los victorinos...

Luis Bolívar en el primer toro de su lote.
Luis Bolívar en el primer toro de su lote.ULY MARTÍN

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