"Soy un superviviente de Mayo del 68"
René Schérer (Tulle, Francia, 1922) se define como un "filósofo fourierista" en homenaje al socialista utópico de finales del siglo XVIII al que ha dedicado numerosos textos. Profesor emérito en la Universidad de París VIII, veterano de la Universidad de Vincennes de después de Mayo del 68 y amigo de Deleuze, Foucault y Derrida, ha participado estos días en el seminario que el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona ha dedicado a su ensayo La pedagogía pervertida. Este hito de la pedagogía sesentayochista postula un componente emocional, afectivo y erótico en la relación entre maestro y alumno, "Hay que estudiarlo si queremos saber qué es la relación pedagógica".
Pregunta. ¿Qué le ha parecido el debate sobre la enseñanza en la campaña de las elecciones presidenciales?
"En vez de ir a un concepto de la educación como reconstrucción de lo autoritario, hay que ir hacia el apasionamiento y la alegría"
"No creo que sea imposible resistirse a la disgregación, a la sociedad de consumo, al expolio ecológico. Hay que confiar en la libertad humana"
Respuesta. Si se ha hablado de la educación es porque hay una crisis. Pero el discurso de los dos candidatos ha sido decepcionante. Sólo hacían hincapié en conceptos conservadores, en ideas de disciplina, de obediencia, de rigor...
P. España, como Francia, padece un grave problema educativo: un alto índice de profesores de baja por depresión, casos de docentes agredidos por alumnos y padres de alumnos, fracaso escolar...
R. Parece que no se quiere ver ninguna otra solución a esos problemas del método autoritario y represivo. Sólo se habla de la crisis de la autoridad para decir 'hay que restaurarla'. No conozco el caso español, pero en Francia -sin querer generalizar-, si la autoridad en la educación está efectivamente en crisis es porque los jóvenes tienen otras preocupaciones, otros deseos. No es nuevo, ya en época de Fourier se producían las revueltas escolares. El entusiasmo de las acciones antisociales que se levantan contra el poder hay que orientarlo hacia el 'poder de actuar', la 'atracción apasionada', por usar una fórmula muy sugestiva y rica en el vocabulario de Fourier y con la que titulé el primer conjunto de textos sobre él en una colección sobre las filosofías de la libertad. En vez de ir a un concepto de la educación como reconstrucción de lo autoritario, hay que ir en dirección contraria: hacia el apasionamiento y la alegría.
P. ¿Cómo abordaría usted el conflicto en torno al velo y otros signos religiosos en la escuela?
R. Desde el punto de vista del progreso es evidente que no podemos adherirnos a formas que son formas de represión, cuando la educación tiene que ayudar a liberar de las presiones comunitarias y familiares. Este problema ha sido discutido entre dos interlocutores: la escuela laica, como representante del poder de Estado, y las familias, en cuanto detentadoras de un poder sobre las chicas. Pocas veces se consultó a la comunidad escolar. Creo que hubiera sido mejor adoptar el método fourierista, o inspirarse en él; es decir, pensar en qué medida afecta este conflicto a las atracciones, las pasiones, los intereses de los actores de este drama escolar. Es evidente que una chica tentada de llevar el velo sólo lo puede estar bajo la acción de fuerzas y principios que no son precisamente de libertad. Pero si se le quita el derecho a llevarlo también se ejerce coacción sobre ella. Así que hay un conjunto de problemas casi inextricables, y sólo sacaremos algo en claro si observamos atentamente las atracciones fundamentales y los diferentes intereses del niño y las apreciaciones que pueden hacer en el interior del propio grupo, una vez que éste, que se halla bajo la triple tutela de la familia, la escuela y la religión, sea autónomo y no sea la simple reproducción de deseos adultos.
P. Se definió usted ayer como un "superviviente de Mayo del 68". ¿Es una condición melancólica o feliz?
R. Me defino así con una punta de humor, y también en homenaje a mi amigo Jacques Derrida, que murió el año pasado y en una entrevista pocos meses antes de morir dijo: "Sobrevivo". Esta palabra suele tener connotaciones peyorativas: se dice que "sobrevive" un enfermo en el hospital en sus mínimas fuerzas vitales; pero Derrida le insuflaba un valor positivo: el de mantener valores contra las fuerzas reactivas que quieren arrojar esos valores al pasado histórico. Soy un superviviente de Mayo del 68 porque persevero en mis ideas y en las enseñanzas que doy, ya que aún imparto algunos seminarios y participo en coloquios.
P. Ese movimiento ha tenido éxito en aspectos de moral, de la condición femenina, y las ideas de Schérer dieron argumentos al movimiento feminista. ¿A qué atribuye el reflujo, el rechazo de esas ideas desde los años ochenta, rechazo que el candidato (hoy presidente) Sarkozy pregonaba incluso como idea-fuerza de su campaña?
R. Esta pregunta pediría una reflexión general sobre la historia de las ideas. Pero está claro que siempre que hay avances en el camino de la libertad, es decir, de la crítica de las tradiciones, de las instituciones, de los valores antiguos... donde hay entes, categorías, grupos que van más lejos, que afirman la revisión de esos valores, al lado de esas fuerzas afirmativas se producen fuerzas reactivas. En esto yo adoptaría el lenguaje de la física, como Fourier, que adopta la "atracción" de la física de Newton. Allí donde se produce una acción se produce también una reacción... Son fenómenos que pertenecen a los ciclos de la historia; pero no los vivimos sólo como hechos históricos sino que nos afectan de una manera muy directa, y los lamentamos.
P. En su conferencia criticó el "fatalismo social".
R. No creo que sea imposible resistirse a la disgregación social, a la sociedad de consumo, al expolio ecológico. Siempre hay que confiar en la libertad humana, es decir, en que individuos y grupos tomen conciencia de su verdadero interés. El ritmo de la historia puede tomar formas de repliegue o de avance. Y el repliegue no siempre es negativo. Pasolini, hace unos treinta años, decía que la verdadera manera de ser revolucionario a la hora actual es ser reaccionario. Con ese término paradójico se refería a resistirse a cierta idea del progreso como competitividad exacerbada y consumo desaforado... Yo sostengo lo que Ernst Bloch llamaba el "principio esperanza": la confianza en las posibilidades de la humanidad; la formulación quizá parece grandilocuente, pero creo que se puede mantener, es decir: se puede tener confianza en la libertad o en las pasiones humanas, una vez la gente tenga el derecho de expresarse de forma completa.
Babelia
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