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UNIVERSOS PARALELOS
Columna
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Paren, que quiero bajarme

Diego A. Manrique

Una mano amiga me envía un documento confidencial: la lista de los 50 discos más vendidos en España durante 2007, con sus cifras. ¿Confidencial? Sí, nuestra industria musical es tan opaca como la Camorra: encarga a Media Control GFK la confección de clasificaciones semanales en diferentes categorías, pero las cifras de venta sólo circulan entre los asociados a Promusicae

[Productores de Música de España].

¿Son fiables esas listas? Según Media Control, se hacen con "los datos enviados por el 79% de los establecimientos comerciales". A primera vista, faltan discos que -pienso en La radiolina, de Manu Chao- han vendido más que muchos títulos en la zona baja de este Top 50, que rondan las 30.000 copias. No se reflejan músicas que se despachan en tiendas especializadas o que distribuyen empresas ajenas a Promusicae. Sólo aparece un artista (El Barrio) de compañía independiente (Senador).

Los discos más vendidos sugieren un consumidor duro de oído y manipulable

En cualquier caso, esta lista es tan equívoca como el share televisivo y los estudios de audiencia radiofónica: fantasías consensuadas, que los implicados reconocen como el retrato borroso de una realidad. Si esto fuera el espejo completo de los gustos musicales en España, apaga y vámonos.

El disco número 1 del año es Papito, de Miguel Bosé, con 243.840 copias (ahora mismo, vuelve a estar en lo alto de la lista). Está claro: marketing impactante, sabia explotación del truco de los duetos, el hilo de chicle alargado aún más. Pero el asunto empeora: detrás está Dos pájaros de un tiro, de Serrat y Sabina, que sólo en diciembre ha despachado 158.606. Aquí no se me ocurre mejor explicación que el deseo de tener un souvenir de la gira: con gran diferencia, es lo más sonrojante que han editado tanto Joan Manuel como Joaquín. En el tercer puesto, Il Divo, con 141.832 ejemplares de Siempre, disco de 2006.

También es de 2006 Por la boca vive el pez, cuarto con 106.142 discos; ocurre que Fito y sus Fitipaldis no han cesado de tocar. Una cantidad parecida ha vendido el quinto, El mundo se equivoca, de La Quinta Estación, españoles afincados en México.

Un inciso: México destaca como principal exportador de música para el gran público español. Hay tres títulos de RBD en la lista, aparte de los últimos trabajos de Maná, Julieta Venegas y Paulina Rubio (también deberíamos sumar a este apartado la colección de rancheras de Rocío Dúrcal). En latinidad, poco más: el penoso disco de Jennifer López en español y lo último de Juanes. No están Brasil ni Argentina, aunque Andrés Calamaro haya sacado disco en 2007.

El origen de los 50 best sellers revela que, en música, quizá seamos un país muy poco coca-colonizado: Estados Unidos está representado únicamente por Bruce Springsteen (a pesar de su aparatoso lanzamiento, se queda en el número 20), aparte de los dos volúmenes de High School Musical. La música británica no impresiona a la masa hispana: si obviamos el pringoso fenómeno de Il Divo, monstruo concebido por Simon Cowell, sólo cuenta con el debut de Mika, número 29 con 40.103.

Finalmente, esta lista evidencia un divorcio completo entre las listas y lo que apasiona al público musiquero. Ni rastro del pop digital, el indie rock o el hip-hop: aparte de Mika, por el exotismo de sus raíces libanesas y su ambigüedad sexual, ninguno de estos artistas ocupará la portada de una revista de tendencias ni actuará en el FIB.

Este panteón sugiere un deprimente perfil del consumidor casual: duro de oído, manipulable por vía televisiva, anquilosado en gustos, predispuesto a comprar canciones conocidas en nuevas -y no necesariamente mejores- versiones. Y de una pereza pasmosa: entre los triunfadores de 2007, hay discos con más de dos años de vida (El Canto del Loco, Amaral) e incluso tres (Lo más lejos a tu lado, de Fito). El fruto, finalmente, de una población educada en la ley del mínimo esfuerzo.

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