Revisión de un clásico

En los años cincuenta se ruedan en Barcelona interesantes policiacos, género alejado del cine español. Tras la lograda Brigada criminal (1950), de Ignacio F. Iquino, y la excelente Apartado de Correos 1.001 (1950), de Julio Salvador, se esconden bien desarrolladas tramas e insólitos retratos de la España de la época, se hacen la menos conseguida No dispares contra mí (1961), de José María Nunes, y la politizada A tiro limpio (1963), de Francisco Pérez-Dolz.A partir de un buen guión de José María Ricarte, Miguel Cusso y el propio realizador, Pérez-Dolz, debuta con este interesante policiaco que, a pesar de ser masacrado por la censura debido a su trasfondo político, deja claro que sus protagonistas no son atracadores, sino comunistas llegados a Barcelona para realizar acciones contra la dictadura del general Franco. Siguiendo la tradición del mejor policiaco catalán, pero con influencias de la entonces de moda nueva ola francesa, Pérez-Dolz hace un retrato realista sin concesiones, que al cabo de los años conserva su atractivo.

A pesar de que el cine español no es dado a hacer nuevas versiones de viejas películas, 33 años después, el también debutante Jesús Mora se siente tan atraído por la primera versión de A tiro limpio, que olvida que se convierte en una película maldita, que hunde la prometedora carrera de Pérez- Dolz, para partir de ella y hacer un interesante policiaco ambientado en Gran Canaria.

Buen "remake"

Narra cómo un delincuente regresa a su isla natal, 10 años después de haber salido huyendo tras robar en la casa de uno de sus ricos parientes, entra en contacto con su viejo compinche y, con la ayuda de un ex drogadicto, realiza un par de atracos, que se convierten en la tumba donde acaba el grupo por los enfrentamientos entre ellos y la persecución de la policía.Siguiendo muy de cerca el original, pero, como es lógico, sin la menor referencia al pasado comunista de los componentes de la banda de la película de Pérez-Dolz, el también prometedor debutante Jesús Mora consigue hacer uno de los mejores policiacos españoles de estos últimos tiempos, que no desmerece nada respecto al original. Sólo tiene algunos problemas con los excesos interpretativos de Adolfo Fernández, frente a un reparto donde dominan las caras nuevas.

Dentro del caos económico que sigue predominando en el cine español, y a pesar de los múltiples atractivos de esta nueva versión de a A tiro limpio, ha tardado dos años en estrenarse y lo hace en malas condiciones, sin apenas publicidad y en salas donde va a permanecer pocos días, con absoluto desprecio hacia un interesante trabajo.