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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Amor como desamor

Hace tres años, el polaco Krysztof Kieslowski era desconocido en Europa occidental, pese a tener casi 50 años y una larga filmografía detrás. En el festival de Cannes de 1987 se presentó su película No matarás (premio especial del jurado), y a partir de entonces su fama comenzó a extenderse. Hoy sus filmes se han estrenado en casi todo el mundo y su obra completa -sobre todo documentales y mediometrajes para televisión- ha sido exhibida en los últimos festivales de Venecia y de San Sebastián, donde el cineasta se mostró corno un lacónico e impenetrable bicho raro -experto en tomar el pelo a sus entrevistadores- del que todos hablan, unos con admiración y otros con irritación.Nos ha llegado, mientras esperamos No matarás, su obra de choque, otro filme más apacible, aunque igualmente pesimista y escéptico: No amarás, que el año pasado triunfó en San Sebastián. No matarás y esta No amarás son ampliaciones a duración convencional de dos mediometrajes para televisión. Son filmes que han tenido la virtud de romper el cerco de apatía intelectual que rodea a los festivales de cine y han generado en ellos discordia y polémica: Para unos son obras magistrales y para otros son malas películas. Pero lo cierto es que el debate va con ellas y que se han convertido en un foco de agitación allí donde casi nada agita las aguas estancadas del cine europeo.

No amarás

Dirección: Krysztof Kieslowski, Polonia, 1988. Intérpretes: Grazyna Szapolowska, Olaf Lubaszenko. Estreno en Madrid: cine Renoir.

No amarás es una película que bajo su aspecto esquemático esconde una gran densidad, no fácil de descubrir, porque es un filme de doble visión: una externa, compuesta por los hechos relatados -que son mínimos- y otra que se deriva de la simultaneidad de estos hechos con una incursión del cineasta en los enigmas del comportamiento de individuos comunes atrapados por situaciones no comunes. De otra manera, hay en el filme imágenes y, bajo ellas, ideas sobre algo que estas imágenes ocultan y que, pese a estar oculto, tiene existencia fílmica.

El dolor

No amarás es un ensayo visual sobre el sufrimiento. Realizado con simplicidad, conjugando muy pocos elementos dramáticos, el relato extrae de estos mínimos elementos sutiles variantes, diversos puntos de vista para una misma cosa e insólitas inversiones de esos puntos de vista, que así multiplican esos mínimos elementos que el cineasta maneja en un relato que, siendo lineal, se enriquece a medida que transcurre. Guste o no guste, el filme derrocha inteligencia, conocimiento de las esquinas de las emociones. Es cine de un intelectual, y como tal debe verse: expresión de una o de unas ideas, en este caso las relativas a la identidad entre amor y desamor, al enamoramiento como fuente de dolor. El filme indaga en la incógnita del padecimiento, formulada por el muchacho protagonista en su perpleja pregunta: "¿Por qué se llora?". Eso es todo, y es mucho.Quien busque en el cine diversiones, que se vaya a Indiana Jones, que será bien abastecido de ellas. Pero quien crea que el cine puede todavía arrojar luz, o sombra, en los enigmas del carácter y en el revés oculto de las evidencias, que se quede en No amarás pues también será bien abastecido. El cine sigue siendo un arma de conocimiento, además de un recurso de distracción. Ésa es la pequeña gran lección de Kieslowski.

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