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Los frescos de Giotto destruidos por un terremoto resplandecen de nuevo en Asís

La ciudad italiana celebra el final de cinco años de una minuciosa restauración

San Jerónimo lee absorto sentado en su trono de mármol acompañado por un silencioso monje. Nadie diría, ni siquiera desde la proximidad que permiten los andamios de los restauradores, que este fragmento de los frescos de Giotto (1267-1337) que decoran la bóveda de la basílica de San Francisco, en Asís, es incompleto. Y, sin embargo, lo que el ojo ve es sólo una parte (entre el 60% y el 70%) de la obra maestra de 80 metros, destruida en el terremoto del 26 de septiembre de 1997, y ahora recompuesta. La ciudad ha celebrado una restauración titánica.

Asís festejó ayer, cinco años exactos después del terremoto, la recuperación de este tesoro incalculable con una ceremonia y un simposio sobre el proceso de restauración del fresco supuestamente pintado por Giotto y en el que San Jerónimo tuvo menos suerte que los otros tres santos que forman parte del ciclo de Doctores de la Iglesia, que se encuentra en la bóveda de la basílica superior de San Francisco de Asís, a la altura de la entrada.

'Los doctores eran los garantes de la ortodoxia, por eso se les colocaba siempre a la entrada de los templos', explica Giuseppe Basile, director de los trabajos de restauración. San Agustín, San Ambrosio y San Gregorio resistieron las fuertes sacudidas sísmicas que plegaron toda la Umbria (en el centro de Italia) el 26 de septiembre de hace cinco años, y devastaron la basílica del santo patrón de Italia. San Jerónimo, igual que los ocho santos representados sobre el arco de entrada, desaparecieron entre las ruinas de los ladrillos de la bóveda que se desplomó desde una altura de 22 metros.

Desde el día siguiente al seismo, que se cobró cuatro vidas sólo en la basílica, los bomberos comenzaron el trabajo de recuperación de los fragmentos pintados entre los montones de ruinas. Después, los especialistas se volcaron a reconstruir con ayuda de fotografías de tamaño natural las preciosas imágenes. Se construyeron modelos sobre los que se pegaron uno a uno los fragmentos recuperados. Un rompecabezas gigantesco de 80.000 fragmentos sobre una superficie de 80 metros cuadrados. 30.000 pedazos correspondientes a cuatro de las ocho parejas de santos representadas en el arco de entrada, destruidas por el terremoto, y los 50.000 restantes, a la pintura de San Jerónimo, cuya restauración acaba de terminar.

En total han sido 50.000 horas de trabajo minucioso, llevado a cabo por un equipo a las órdenes de Giuseppe Basile, que han hecho posible este pequeño 'milagro'. El 'taller de la Utopía', como se le bautizó cuando comenzaron los trabajos, se ha convertido en la Realidad de la Utopía, título del simposio que se celebra desde ayer en la basílica y que termina el día 28.

En el laboratorio de restauración de Basile se han montado los fragmentos sobre una pared firme, reproduciendo la forma ovalada de la bóveda, que luego se ha instalado in situ. Los primeros en regresar al arco de donde les había arrancado el terremoto fueron San Rufino y San Vitorino, que reaparecieron en la basílica en 1999 coincidiendo con su reapertura. Más tarde, en 2001, les tocó el turno a Benedicto y Antonio de Padua, Francisco y Clara, Santo Domingo y San Pedro mártir. El broche de oro lo ha puesto ayer la figura de San Jerónimo, acompañado de su acólito, completamente restaurada. El coste total del proyecto ha sido de unos dos millones de euros.

En la bóveda sobre el altar mayor queda aún abierta la herida dejada por el fresco de San Mateo, de Cimabue, y otro amplio fragmento de bóveda con cielo estrellado, destruidas ambas en el terremoto. De la obra de Cimabue se han recogido 120.000 fragmentos. 'Es necesario trabajar con ordenadores de gran potencia para poder recomponerla', explica Basile. El proyecto está ya en marcha, pero la solución no parece próxima.

Imagen de la bóveda con los frescos de Giotto en la basílica de San Francisco, en Asís. ESCENA
Imagen de la bóveda con los frescos de Giotto en la basílica de San Francisco, en Asís. ESCENAASSOCIATED PRESS

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