"Dirigir una sinfonía es casi un acto filosófico, esotérico"
Una fiel seguidora de Zubin Mehta resume su magnetismo al frente de una orquesta con una frase que define bien a este hombre de 73 años y con aire de antiguo galán de Bollywood: "Sí, alegre y enérgico, pero sobre todo elegante, de esos que no se despeinan". Mehta ha ofrecido en el Auditorio de Madrid, al frente de la Orquesta Filarmónica de Israel, dos noches dedicadas a las cuatro sinfonías de Brahms. Y efectivamente, no se ha despeinado.
Nacido en Bombay, instruido en Viena y curtido en Estados Unidos, Mehta viaja con una cartera marrón bajo el brazo en la que lleva folletos sobre la orquesta con la que ahora actúa y un teléfono móvil que no para de sonar. Aprovecha la visita a España para reunirse con unos inversores estadounidenses ("la orquesta obtiene un 25% de sus ingresos de donaciones privadas, el resto es de la taquilla y una mínima parte, un 8%, del Gobierno israelí", explica), pero también tiene tiempo para hablar de un compositor, Brahms, cuyas sinfonías sitúa en una categoría sólo superada por Beethoven y para presentar hoy en Barcelona un proyecto educativo de Orfeón Catalán en Bombay. El hombre que condujo por primera vez a los Tres Tenores o llevó un Turandot a la Ciudad Prohibida de Pekín siempre ha defendido la popularización de la música clásica, pero su público en los dos conciertos de Madrid (dentro del ciclo Ibermúsica) es de los que admira su refinamiento musical.
"Me gusta trabajar con La Fura. Logra que Wagner no sea tan estático"
"Dirigir una sinfonía es casi un acto filosófico, esotérico. No hay historia, sólo construcción. El director de Brahms o de Beethoven no está contando una historia, sino que está contribuyendo a que se ponga en pie una catedral musical. Mi deber es que con mi amor, mi conocimiento de esa música y mi trabajo con los músicos se construya esa catedral".
Mehta no cree que "las voces" estén en horas bajas, "aunque será difícil repetir una generación como la de los tres tenores. Tendremos que esperar muchos años". Asegura que con el cantante que ha encontrado mayor afinidad en el escenario es con Plácido Domingo. "Es el más grande". ¿Más que Pavarotti? "No me pregunte eso. Plácido ha cantado absolutamente todo y en ocho y nueve lenguas". Al preguntarle si conoce el nuevo disco de Domingo, Amore infinito, con canciones inspiradas en poemas de Juan Pablo II, Mehta frena cualquier amago de broma: "¿Las palabras del Papa? ¿Qué pasa? ¿Acaso no son espirituales? Hay que ser muy respetuosos con las elecciones de cada uno".
Para Mehta la crisis económica ha demostrado que, en cuestiones culturales, el modelo más "saludable" es el de EE UU, cuyo flujo de "inversión cultural privada" le parece hoy ejemplar frente a lo que ocurre en Europa. "Allí la gente apoya la música económicamente, mientras que en Europa ha sido el Estado. Ahora el Estado no pone dinero, pero tampoco ha facilitado la inversión privada para la cultura y sus beneficios fiscales. Sin incentivos fiscales no hay inversores. En definitiva, ahora en Europa los gobiernos no dan dinero, pero tampoco han creado un marco para que el dinero privado vaya a la cultura. Cada vez hay menos y eso empieza a ser desastroso en Italia, Berlusconi ha dejado sin dinero a la música, y grave en España o Inglaterra. Sólo Alemania mantiene cierto nivel, pero en el resto la situación es preocupante". Vinculado al Palau de les Arts de Valencia (lo inauguró como director de la nueva orquesta en octubre de 2005), pone el caso de esta institución como ejemplo. "Hemos tenido que cancelar algunas producciones pese al enorme apoyo del gobierno valenciano". Sobre su relación con Francisco Camps, presidente de la comunidad valenciana, añade: "Conozco sus problemas políticos, pero sólo puedo decir que a nosotros nos ha apoyado muchísimo. Y además, para problemas, los de Barcelona, ¿no?", añade respecto al Palau de la Música. A pesar de ser patrono de la Fundación Orfeó Català, que pertenece al Palau, asegura que las noticias sobre el culebrón Millet son nuevas para él: "No sabía nada, me enteré de todo anoche".
En el futuro, Mehta volverá a colaborar (tras el ciclo El anillo del Nibelungo) con La Fura del Baus en un Tannhäuser para la Scala de Milán. "Me gusta mucho trabajar con ellos, su espectacularidad no se come lo musical, hacen un buen equilibrio y logran que Wagner no sea tan estático".
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