Catedrático Fundi
Que El Fundi es un maestro no es noticia. Pero cuando ya ha cumplido los veinte años de alternativa, ha aprobado con suficiencia las oposiciones a cátedra. Lo demostró en la Feria de Abril, volvió a hacerlo en su primera comparecencia isidril y, ayer, dictó una lección magistral de lo que es el toreo y le cortó una oreja a un toro por el que nadie daba un duro. Pero los verdaderos maestros son así: hacen sencillo lo que parece imposible.
Pasaportó con suficiencia al muy dificultoso primero y esperó al otro. Era el cuarto un toro blando que se derrumbó en banderillas. El Fundi lo citó por primera vez por el lado derecho y recibió una colada de esas que hacen tambalear las piernas. El animal se fue quedando cada vez más corto, sosísimo, y la desilusión se apoderó de todos.
Martín / El Fundi, Urdiales, Talavante.
Toros de Adolfo Martín, bien presentados; tercero, cuarto y quinto cumplieron en el caballo; segundo y sexto, nobles; todos sosos y descastados.
El Fundi: media baja (silencio); gran estocada (oreja).
Diego Urdiales: media desprendida (gran ovación); metisaca, pinchazo -aviso- pinchazo y media (silencio)
Alejandro Talavante: estocada y descabello (silencio); pinchazo, estocada, descabello -aviso- y descabello (gran ovación).
Plaza de Las Ventas. 30 de mayo. 23ª corrida de San Isidro. Lleno.
De todos, menos del maestro Fundi. Miraba fijamente al toro, escudriñándolo, analizándolo con mirada de científico loco, y parecía ajeno a la plaza. Un muletazo, por aquí; otro, por allá, y, poco a poco, el animal comenzó a embestir con más franqueza, hasta que consiguió meterlo literalmente en la muleta. Y el engaño en la mano izquierda, y los naturales cada vez más largos y las tandas más templadas y ligadas. El toro, que se negaba a humillar, lo desarmó, y El Fundi reaccionó con rabia juvenil. Cuando tenía a la plaza entregada, absorta ante la lección magistral, montó la espada, se tiró encima del morrillo del toro, enterró el estoque hasta la empuñadura, pero el torero quedó prendido por la taleguilla en unos instantes dramáticos. Afortunadamente, consiguió zafarse de los pitones, y antes de que pudiera comprobar que sólo el vestido de torear había quedado maltrecho, el toro rodó sin puntilla. La plaza entera explotó de emoción, y puesta en pie en señal de respeto, vitoreó al catedrático Fundi.
Muy estudiosos resultaron también sus jóvenes compañeros de cartel. Ojalá que el caso de Diego Urdiales no sea flor de un día. Entró en la feria por una sustitución y ahí se ganó la de ayer, en lugar del herido Javier Valverde. Torea como los ángeles este muchacho. Se abrió de capa en su primero, el más potable de su lote, y dibujó unas magníficas verónicas, especialmente dos por el lado derecho. Aprovechó, después, la descastada nobleza del toro para muletearlo con suavidad, y surgieron derechazos y naturales de bella factura. Rebosó torería, pero faltó la codicia necesaria para que naciera la emoción.
Torero, muy torero, también Talavante, en el sexto, otro soso y noble toro, ante el que destacó con la mano derecha con muletazos largos, templados y ligados con largos de pecho. Hubo elegancia, buen trazo y lentitud. Lo más importante, quizá, es que vio a un Talavante distinto, más animoso y artista. Dos trincherazos y un pase de la firma auguraban un fin de fiesta exitoso, pero el torero no corroboró su faena con la espada, y todo quedó en una gran ovación de despedida, que compartieron Urdiales y El Fundi, otro joven maestro y un catedrático en plena madurez.
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