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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El rehén

Bien conocido del público español, al menos en sus filmes más representativos, Costa Gavras nos trae de nuevo, en esta película, su cine político, mezcla de hechos reales y documento impecablemente reconstruido. Los hechos aluden en este caso al rapto y muerte final de un funcionario americano tomado como rehén por los tupamaros para forzar un intercambio con una serie de presos políticos. Cuando un acuerdo parece avecinarse, las fuerzas del Gobierno capturan en una redada a gran parte de los responsables. Los raptores pierden la iniciativa y el americano la vida, tras de un juicio llevado a cabo en un trayecto de autobús, entre las diversas fuerzas de oposición al Gobierno.Dividida en tres partes principales: la captura del rehén, el prolongado juicio e interrogatorio y el desenlace, la película posee las mismas virtudes y defectos que las anteriores de su realizador, tantas veces aducidas a su favor y en contra. No existen realmente personajes, tan sólo tipos. Ni siquiera sabemos gran cosa del rehén americano cuya personalidad profesional o criminal se va perfilando a lo largo del interrogatorio. Incluso algunas de sus respuestas desmienten su categoría intelectual y profesional. Todo en el filme es más anécdota que análisis. Los hechos se suceden, los datos se van acumulando hasta demostrar la culpabilidad del rehén, pero dándonos pocas noticias de lo que fue o lo que pasa por su cabeza a pocos días de su muerte.

Estado de sitio

Dirección: Costa Gavras. Guión: Francisco Solinas y Costa Gavras. Fotografía: Pierre William Gleen. Interpretación: Yves Montand, Renato Salvatori. O. E. Hasse. Italia-Francia-Alemania. 1972. Político. Local de estreno: Palace y Rosales.

Sin embargo, este habitual esquematismo de Costa Gavras, su afán por dividir el mundo y la historia entre agentes del bien y enviados del mal sin paliativos, en este caso salta menos a la vista, gracias a la excelente dirección que, de modo impecable, va narrándonos los hechos sin un respiro, a ritmo trepidante.

Su realización «a la americana» incluye desde las secuencias más generales, con imágenes de los controles en las carreteras, asaltos o torturas, hasta la estupenda interpretación de Yves Montand en el momento mejor de su carrera. Da una imagen del protagonista tan real y convincente que el realizador no puede evitar que al final, una vez su suerte conocida, el público acabe por compadecerle, volcando su simpatía por la parte más débil de la historia.

Nombres, datos y lugares geográficos se hallan enmascarados como de costumbre, pero a lo largo del relato, cualquiera puede reconocer un capítulo reciente de la historia de América, brillantemente reconstruido y al que un final pesimista viene a imponer una ambigua moraleja, avisándonos de que, hoy por hoy, aún las espadas siguen en alto.

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