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Rock in Rio, el gran negocio de la música

Bienvenidos a la otra Disneylandia

El festival más grande organizado en España arranca hoy en Arganda del Rey - Críticas ecologistas, presupuesto de 30 millones de euros y prohibición de alcohol

El mayor recital de música jamás celebrado en España tiene nuevas reglas y cualquier parecido con un evento habitual de rock es un triste espejismo. Guste o no, estamos ante otro concepto de festival. Un pequeño ejemplo: una cerveza de baja graduación, de marca mexicana, será la única bebida alcohólica permitida. Según la organización es "una cuestión de seguridad". Sobre el papel, es uno de los acuerdos exclusivos con marcas comerciales que financian una gran parte del festival que, con un presupuesto de más de 30 millones de euros -han leído bien: casi 5.000 millones de pesetas-, convertirán Arganda del Rey en el mayor parque de atracciones musical.

Porque en Rock in Rio, además de las actuaciones de Neil Young -que ha cobrado casi un millón de euros por tocar-, Manolo García, Alanis Morissette, o El Canto del Loco, las 200.000 personas que quizá acudan este fin de semana tendrán, por 65 euros al día, un inédito abanico de actividades: grabar un disco financiado por una marca de ron, ver desfilar a Martina Klein o Verónica Blume, comprar ropa en los dos centros comerciales, cruzar gratis en tirolina el escenario principal, comer una crema de guisantes con virutas de parmesano en el restaurante VIP o casarse "al estilo Las Vegas" en una iglesia patrocinada por una marca de preservativos. Incluso TVE, que nunca ha retransmitido ningún festival, hará varias conexiones en directo.

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Muchas han sido las voces críticas con este festival. Se le acusa de que las marcas priman sobre la música. Hace unos días, mientras una nube de periodistas rodeaban al cantante y embajador Alejandro Sanz (actúa el 5 de julio) el director y creador del festival, Roberto Medina, se defendía con una sonrisa. "Son otras reglas", decía. "La marca Rock in Rio es un evento entre el marketing y la música. Siempre fue así. Desde el principio. Yo no soy un promotor de conciertos ni un rockero".

El brasileño Roberto Medina es publicista. Tiene 60 años, es delgado, tiene el pelo canoso y siempre ha pensado a lo grande. Una ganga para patrocinadores. Entre sus hitos está la organización de uno de los primeros conciertos masivos del mundo de un cantante -el de Frank Sinatra en Brasil, en 1980, ante 144.000 personas-. En 1985 organizó el primer Rock in Rio en la ciudad brasileña, donde acudieron casi dos millones de personas. Allí Freddy Mercury, cantante de Queen, le regaló un cuadro de Dalí sobre Don Quijote, personaje con el que Roberto se compara habitualmente. En su biografía también encontramos momentos duros, como su secuestro por una banda organizada en junio de 1990.

En 2007 se plantea traer el festival a España, tras tres ediciones en Brasil y tres en Lisboa. Medina contacta con el Ayuntamiento de Arganda del Rey, una ciudad de 50.000 habitantes a 30 kilómetros de Madrid. Firman un contrato. Arganda cede gratuitamente el terreno. "Será una ocasión perfecta de promoción, pero también de impulso económico de la ciudad", explica el alcalde de la localidad, Ginés López, del PP, que asegura que ya existe un preacuerdo para celebrar aquí Rock in Rio cada dos años.

La ciudad del rock está enclavada en un terreno de dos millones de metros cuadrados destinados a "polígono industrial de logística", según el alcalde, y que es propiedad de Arpegio, una empresa pública de la Comunidad de Madrid. El resultado tras meses de obras es un apabullante recinto de 200.000 metros cuadrados con una fuente artificial, tres escenarios, una pista de snowboard -que choca frontalmente con el compromiso ecológico del festival-, césped artificial, zona infantil y restaurantes con bocadillos a cuatro euros y agua, a dos. Un consejo: lleven gorra, hay poca sombra en la que cobijarse.200.000 personas acudirán a la cita en este primer fin de semana

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