Los Ayuntamientos asfixian al teatro
La morosidad de las administraciones pone contra las cuerdas a las compañías - Los productores denuncian que la recaudación de las taquillas se destina a pagar otras deudas municipales
El teatro español no está en crisis: nunca tanto público ha acudido los espectáculos. Sin embargo, pocas veces ha estado tan estrangulado. La paradoja tiene también su carga de ironía: el teatro, tan necesitado siempre de ayudas, está siendo ahora quien financia a las instituciones públicas, sobre todo municipales. "Los grupos estamos poniendo dinero de nuestro bolsillo. Van a cerrar salas y compañías, es una tragedia porque si las administraciones cumplieran podríamos vivir este momento dulce del teatro", critica Juan Margallo, presidente de Artemad y fundador de Tábano y Uroc Teatro.
El dinero que entra por taquilla no va a parar a las compañías como siempre había ocurrido, sino que se desvía para cubrir otras necesidades de los Ayuntamientos. Ello se debe a que la práctica totalidad de los espectáculos que se ofrecen por toda España son privados, pero los espacios donde se representan son de gestión pública, a excepción de Madrid y Barcelona, donde la situación está más o menos normalizada
"Estamos poniendo dinero de nuestro bolsillo", se queja Juan Margallo
A Jesús Cimarro le deben 850.000 euros. A Juanjo Seoane, 500.000
Daniel Martínez, presidente de la Federación de Asociaciones de Empresas de Teatro de España (Faeteda) y presidente también del grupo Focus, analiza la situación: "El sistema que se ha fraguado durante el periodo democrático ha sido beneficioso para crear un tejido teatral". Pero llegó la actual crisis. "Y la oferta pública está afectada por los problemas de las instituciones. Se nota en dos aspectos: la reducción de las programaciones por el recorte de los presupuestos, sobre todo para la cultura, y el aumento de la morosidad que afecta de manera grave a la subsistencia de algunas compañías. De no remediarse esta situación se verá afectada su viabilidad. No reclamamos privatizar el sistema, sino aportar modos privados a la gestión pública. Cuesta mucho crear hábitos teatrales y muy poco destruirlos", concluye Martínez, quien señala que en Cataluña los efectos de la crisis están más amortiguados.
Juanjo Seoane, que ha producido más de 100 espectáculos (actualmente La violación de Lucrecia, de Shakespeare, protagonizada por Núria Espert; El pisito, con dirección de Pedro Olea, y Un tranvía llamado deseo, de Williams, con dirección de Mario Gas), asegura que, a pesar de abarrotar teatros, los interventores municipales se niegan a entregar el dinero de taquilla y a pagar el caché en el tiempo estipulado. "Tras tres años sin cobrar 17.500 euros de un Ayuntamiento andaluz, provoqué una orden de embargo y me pagaron inmediatamente, pero 5.000 euros se me fueron en procuradores y abogados", explica.
Los Ayuntamientos le deben a Seoane cerca de medio millón de euros. Pero el problema no acaba aquí. Como le obligan a dejar la factura por el importe que le adeudan, la espiral aumenta. "El Gobierno me obliga a abonar el IVA de esa factura y si no, me cae multa y con recargo. Esto es el acabose. ¡Tiene que intervenir el Gobierno! ¡Nos están arruinando!", exclama Seoane.
Hay más denuncias como la de Jesús Cimarro, presidente de la Asociación de Productores y Teatros de Madrid y hombre de la escena hace décadas. Él tiene en estos momentos seis obras de gira e incide en que están financiando a las administraciones. Como propietario de Pentación Espectáculos le deben 850.000 euros: "Debo adelantar sueldos y el IVA de un dinero que no recibo. Pago religiosamente y el beneficio se lo comen los intereses. Tengo cuatro líneas de crédito saturadas y si me paso de ese tope, los bancos me cobrarían entre un 15% y un 20% de intereses. Es una sangría y esto estrangula a cualquier compañía".
"Puede estallar la situación", denuncia Juan Margallo. Él recuerda que son 1.200 grupos los que pululan por los teatros de España con unos 3.000 espectáculos.Concha Busto, empresaria, distribuidora y productora, no es más optimista: "La Administración puede terminar hundiendo al teatro, se lo van a cargar, es tremendo lo que está pasando".
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