Argentina llora a su gran cronista
El viaje entre periodismo y literatura de Tomás Eloy Martínez concluye a sus 75 años
Argentina despertó ayer conmocionada. Había muerto su periodista más leído y traducido, Tomás Eloy Martínez, también escritor de éxito internacional. Sucumbió a los 75 años después de tiempo de lucha contra un tumor cerebral que no le impidió trabajar hasta el final de sus días. Intelectuales, periodistas, políticos y lectores inundaron de mensajes de admiración y cariño los programas matinales de radio y las ediciones digitales de los periódicos.
Tomás Eloy, como era conocido por amigos y discípulos, murió en Buenos Aires, la ciudad donde vivió sus últimos años. Deja tras de sí algunas de las novelas argentinas más importantes de las últimas décadas, en las que se esforzó como nadie por comprender los grandes mitos de su política: Juan Domingo Perón, Evita y el peronismo, protagonista de los últimos 60 años de la agitada historia política nacional. El cadáver del escritor será velado hoy en la capital federal, y a continuación sus restos serán cremados, en cumplimiento de su deseo explícito.
Se esforzó en entender a los grandes mitos de la política de su país
Sufrió en sus carnes los embates de la dictadura en los setenta
"Ya no tenía sonrisas. La parálisis muscular no le impedía todavía hablar, pero lo hacía lenta y apagadamente", escribía ayer Jorge Fernández Díaz en el diario La Nación, uno de los periódicos donde Martínez seguía colaborando como columnista habitual (además de EL PAÍS y The New York Times). En 2009 le fue otorgado el Premio Ortega y Gasset de Periodismo a toda su trayectoria profesional, pero no pudo acudir a la entrega por prescripción médica.
Novelista de notable éxito crítico y popular, consiguió también el Premio Alfaguara en 2002 por El vuelo de la reina. Su prolífica obra abarca además crónicas, ensayos y relatos. Pero Tomás Eloy Martínez será recordado sobre todo por La novela de Perón (1985) y Santa Evita (1995), publicadas en más de 60 países.
El autor, nacido en Tucumán en 1934, sufrió en carne propia los embates de la dictadura que gobernó Argentina en los años setenta; amenazado por la organización terrorista de ultraderecha La Triple A, se exilió a Caracas, donde residiría entre 1975 y 1983 y fundaría otro rotativo, El Diario. Poco antes había publicado uno de sus relatos periodísticos más queridos, La pasión según Trelew (1974), sobre 16 guerrilleros fugados de una cárcel de la Patagonia que fueron después detenidos y asesinados por sus carceleros, y cuya tercera edición fue prohibida y quemada públicamente por el Ejército en la ciudad de Córdoba. Su última novela, El purgatorio (2008), narra la historia de una pareja separada por el terrorismo de Estado que vuelve a encontrarse 30 años después.
Los elogios y las demostraciones de afecto y tristeza eran ayer unánimes en todo el país. Provenían de todas partes. Desde lectores anónimos a políticos de cualquier signo.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.