Aparece muerto Miguel Candela, el agitador del flamenco moderno
Su bar, el Candela, fue el refugio de gente como Camarón, Morente o los Ketama
Camarón, Paco de Lucía, Enrique Morente, Pepe Habichuela, Gerardo Núñez, Ray Heredia, Antonio Canales, Javier Limón, Ketama, Sara Baras, Pedro Almodóvar, Pina Bausch, el doctor José Luis Barros, Miquel Barceló, Bonifacio... La lista de genios y artistas que han gozado, reído y hecho gozar en la cueva del Candela, calle del Olmo, 8, barrio de Lavapiés de Madrid, es interminable.
Junto a ellos, año tras año desde hace 30, casi invisible pero siempre atento al fogonazo del arte, estaba siempre el granadino Miguel Aguilera Fernández, mucho más conocido como Miguelito Candela.
Las circunstancias de su muerte no han sido aclaradas todavía
Almodóvar, Pina Bausch y Paco de Lucía eran algunos asiduos del bar
Estaba a punto de cumplir 49 años. Miguelito Candela fue un rojo castizo, un emprendedor avispadísimo, un estimable pintor, pero la historia lo recordará como un gran catalizador del flamenco moderno. Murió ayer, de madrugada, en circunstancias que deben aclararse todavía.
Su cuerpo fue hallado hacia las cinco de la mañana, tendido en la calle del Olivar. Aunque no se conoce el resultado de la autopsia, sus amigos se resisten a creer en un posible suicidio. "Estuvimos comiendo juntos el martes en casa Patas con Talegón de Córdoba y estaba perfecto, estupendo, sin parar de hablar de su hija y de reírse todo el rato", cuenta Juan Verdú, productor y parroquiano de primera hora.La vida sonreía a Miguel Candela. Su bar, el Candela, es el templo flamenco de Madrid desde hace casi 30 años. En origen era la peña Chaquetón. En el bar le ayudaban su madre, Gloria; y su hermano, José, que hoy es mánager de Tomasito. "Miguel tenía depresiones y se comía muchas cosas", comentaba ayer desde el tanatorio de Carabanchel.
La eclosión del Candela se produjo en paralelo a la movida alentada por el Ayuntamiento socialista de Enrique Tierno Galván. Eran los tiempos de las cumbres flamencas. Fernanda y Bernarda, Camarón y Morente empezaron a frecuentar el bar. Poco a poco fueron sumándose los demás artistas, flamencos y no flamencos.
En el ciclón de los años ochenta, el bar se convirtió en el gran centro musical y cultural noctívago de la capital. Se hacen célebres las partidas de ajedrez entre Morente y Miguelito. Cuando regresa el maestro Sabicas de Estados Unidos, va cada noche. Camarón da sus fiestas privadas los días de concierto. Se piensan y presentan discos...
El sótano, la célebre cueva, es un lugar lleno de memorias, caricias, baile, risas, lágrimas. Para Enrique Morente, quizá el cliente más fiel, "el Candela es el local más importante para el flamenco de los últimos 30 años. Miguel Candela tiene ese mérito. Ketama y La Barbería del Sur salieron de allí; la llegada de Gerardo Núñez, fue un acontecimiento... y la de Rafael Riqueni, y la de Cañizares...".
Núñez recuerda que allí se juntaban los guitarristas de fuera de Madrid: "Éramos los guitarristas de las pensiones. Dejábamos las fundas de las guitarras en la barra, y algunos días ocupaban más espacio que la barra". Otro ilustre guitarrista, Pepe Habichuela, protagonizó una noche el nacimiento de Ketama: "Le presenté a Mario Pacheco a los Ketama en la cueva del Candela, y dije: 'Mario, no te olvides de estos chavales que tienen futuro'. Me hizo caso y les grabó. Eso debió de ser por el año 1982".
Quizá el momento más duro de la historia del bar fue en el año 2000. Sonaba una soleá de Camarón cuando 30 agentes, entre ellos antidisturbios y efectivos de paisano, irrumpieron a las 2.45 en el bar, desalojaron y cachearon a unos 120 clientes. Entre palmas de tangos y chuflas, allí estaban el dúo jerezano Navajita Plateá, el guitarrista Tomatito, una decena de miembros del ballet de Sara Baras y la cantaora La Tobala. La redada terminó sin que aparecieran armas blancas o drogas, salvo una pequeña china de hachís que portaba un minusválido. Un centenar de artistas, pintores, actores, escritores, bailarines y profesionales de la cultura publicó un manifiesto de "perplejidad e indignación".
Miguel Candela será enterrado hoy, a las doce de la mañana, en el cementerio de Carabanchel. Como solía decir para anunciar el cierre, "señores, vamos a acostarnos que nada es eterno".
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