Ni siquiera Angelina Jolie
El género es tan rancio como el propio cine americano: la comedia sentimental en la que un hombre, siempre uno -parece que el tiempo no haya pasado- indica a una mujer, aparentemente independiente y triunfadora, pero en el fondo despistada e insatisfecha, el camino hacia la autorrealización, es decir, la felicidad de la pareja; es decir, el mundo que él le propone. La actualización de una trama tan antigua, como no podía ser de otra manera, hace que por la historia se muevan periodistas televisivos, deportistas millonarios y hasta una especie de profeta (casi) infalible, en otro escenario de moda: la ciudad de Seattle.
El resultado es una comedia añeja y anodina, demasiado llena de sentimentalismo y con un maniqueísmo de libro -¡ese beisbolista con menos cerebro que un becerro!-, en la que no funciona ni siquiera el gancho de una buena, y bella, actriz, Angelina Jolie, con un galán de moda, el también ocasional cineasta Edward Burns. Le sobra previsibilidad, está firmada por uno de los más torpes directores comerciales estadounidenses del momento, Stephen Herek (entre sus lindezas anteriores, Critters, una infamante versión de Los tres mosqueteros o El gurú, una incontrolable tentación: no hay más que decir), y por una vez, la taquilla americana se ha comportado con ella como debe: dándole olímpicamente la espalda. Avisados quedan.
SIETE DÍAS Y UNA VIDA
Director: Stephen Herek. Intérpretes: Angelina Jolie, Edward Burns, Tony Shalhoub, Stockard Channing. Género: comedia romántica, EE UU, 2002. Duración: 103 minutos.
Babelia
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