Las nubes de Peter Jackson
"Me llamo Salmon, como el pez; de nombre, Susie. Tenía 14 años cuando me asesinaron...". Las dos primeras líneas de The lovely bones (editada en España como Desde mi cielo), con aire de tenebroso cuento para adultos, cautivaron al hombre que en Criaturas celestiales (1994) había creado una hermosa tragedia adolescente, cuando aún era el Peter Jackson antes de la trilogía El Señor de los Anillos. Así que su incursión en la novela de Alice Sebold prometía, pero el director australiano se derrumba con una película remilgada, estéticamente cursi, narrativamente redundante, éticamente ñoña y musicalmente ordinaria. Una especie de Caperucita y el lobo feroz en versión Hello Kitty.
Los colorines parecen estar de moda. Tras los fluorescentes de Avatar, aquí llega el cielo más elemental desde los catecismos colegiales de los años ochenta. "Es su opción", dirán algunos. Lo que no evita que sea una opción melindrosa.
THE LOVELY BONES
Dirección: Peter Jackson. Intérpretes: Saoirse Ronan, Rachel Weisz, Mark Wahlberg, Stanley Tucci, Michael Imperioli.
Género: drama. Estados Unidos, 2009.
Duración: 135 minutos.
Vamos con la narración: Jackson desperdicia el loable inicio de la novela y dedica su primer tercio a contar la vida de Caperucita, sin ningún interés más allá de que posteriormente va a ser engullida por el lobo. Así que, ¿por qué no empezar por donde Sebold, que contaba el suceso en la tercera página? Los 135 minutos de metraje carecen de justificación, lo que lleva a una excesiva redundancia y a eternizar las escenas, sobre todo esas secuencias en paralelo que no aportan siquiera tensión.
En el apartado ético, la niña de la novela es violada y asesinada. A ésta sólo la matan. ¿Por qué quitar la violación? Desde luego no es por no mostrarla en pantalla, porque el asesinato tampoco se ilustra. Y para algo existen las elipsis. "Es una opción", dirán algunos. Es una opción pusilánime.
Y, por último, la música: las bandas sonoras obvias son las peores. Aquí, con un cielo new age que parece la portada desechada de un disco de Enya, sólo faltaba la música ambiente de Brian Eno. Y allí está. De hecho, parece que Enya va a cantar en cualquier momento. Casi: es la Elizabeth Grazer de Cocteau Twins, apóstoles del pop ensoñador de los ochenta. ¿Peter Jackson en el cielo? No, en las nubes.
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