Me gusta tu vida
El intercambio de papeles antagónicos, expresado como choque de sensibilidades, como penetración certera en el interior de ese otro al que nunca entendemos, se ha convertido en fórmula de mágica comicidad en variadas renovaciones de las screwball comedies. Es lo que intentaron John Landis en Entre pillos anda el juego (1983), Blake Edwards en Una rubia muy dudosa (1991), Nancy Meyers en ¿En qué piensan las mujeres? (2000) y Penny Marshall en Big (1988). Y lo que pretende David Dobkin con El cambiazo, escrita por Jon Lucas y Scott Moore, guionistas de Resacón en Las Vegas, en la que el intercambio se produce entre dos amigos íntimos que han evolucionado de forma transversal: uno soltero, triunfador en el sexo y anémico laboralmente; el otro casado, con hijos y ejecutivo de éxito.
EL CAMBIAZO
Dirección: David Dobkin.
Intérpretes: Jason Bateman, Ryan Reynolds, Leslie Mann, Olivia Wilde.
Género: comedia. EE UU, 2011.
Duración: 112 minutos.
El problema es que, pese a los esfuerzos para la transformación del modelo, aderezando las situaciones con buenas dosis de incorrección en actitudes, lenguaje, escatología y ciertos traspasos de líneas rojas sociales, la estructura y la evolución de los personajes está tan cantada que no hay hueco para la transgresión verdadera. De modo que el mensaje es meridiano: con la permuta de personalidades lo que se consigue es un trayecto moral hacia la redención, la tolerancia, la asunción de culpas y la constatación de que nos pasamos la vida quejándonos cuando la pérdida de lo conseguido conllevaría el drama. Es decir, se parte de una situación insólita para acabar viajando al sitio de siempre.
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