El ala oeste del esclavismo
Entre los decorados de muchos de los episodios de la extraordinaria serie El ala oeste de la Casa Blanca, de forma tan sutil como irremediable, sobresale la pizarra que adorna el despacho del personaje de Josh Lyman, subjefe del gabinete del presidente, en la que cientos de nombres se alinean en distintas columnas que cambian de tamaño según los congresistas poseedores de tales apellidos piensen dirigir su voto en tal o cual sentido para la aprobación de una ley.
La democracia es un asunto de mayorías, y como tal, ésta siempre queda sujeta a los caprichosos vaivenes de los ideales y a los intereses económicos y políticos reinantes en cada sociedad. El despacho de William Wildeforce, protagonista del notable drama político Amazing Grace, también luce una especie de pizarra llena de nombres. Estamos en Londres, en los últimos años del siglo XVIII, y la intención final de Wildeforce es promulgar una ley que acabe con la esclavitud, pero las estratagemas políticas, el deambular de las conciencias y los tejemanejes económicos podrían ser los mismos que el de cualquier episodio de El ala oeste..., que el de aquel portento político-cinematográfico llamado Tempestad sobre Washington (Otto Preminger, 1962).
AMAZING GRACE
Dirección: Michael Apted.
Intérpretes: Ioan Gruffudd, Romola Garai, Michael Gambon.
Género: drama político.
Reino Unido, 2006.
Duración: 105 minutos.
Sin esclavos
Por supuesto que Amazing Grace no llega a la altura dramática de la serie de Aaron Sorkin ni del peliculón de Preminger, pero los amantes de la política que sean cinéfilos (o viceversa) deberían rendirse ante la valentía de una propuesta repleta de discursos, aportaciones legales, réplicas parlamentarias y, en fin, la descripción de algo así como el ala oeste del Parlamento británico de finales del XVIII. Los fieles de la tan desconocida como magnífica El vencedor de Napoleón (Carol Reed, 1942) están de enhorabuena: Amazing Grace comparte época, personajes, tono elegiaco y gusto por el diálogo afilado. Cierto que hay que apechugar con la típica subtrama de amor bastante menos potente que el resto, pero incluso por una vez (y exceptuando un atroz congelado de imagen) el insulso Michael Apted resulta más clásico que académico. Además, no se equivocan en la base: es una película sobre el esclavismo que no contiene ni una sola secuencia con esclavos.
Babelia
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