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CÁMARA OCULTA
Columna
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Inicio del inicio

Si la película de Woody Allen es oficialmente española, ¿solo merece ser destacada por su guión original, según han estimado los académicos españoles en sus nominaciones para los próximos Premios Goya? ¿Y si también es española Un dios salvaje, de Polanski, según reza en el registro de Cultura, debe optar al Goya a mejor película europea o debería estar entre las demás finalistas con todos los derechos de su españolidad? ¿Y Un cuento chino del argentino Sebastián Borenzstein, también de producción española, es justo que solo pueda merecer el Goya al mejor filme iberoamericano? Todas ellas son películas excelentes cuando no extraordinarias, que dan cuenta de la vitalidad de los productores españoles, pero que crean problemas nacionalistas a los votantes académicos. ¿Podrían estas películas ser consideradas las mejores españolas del año sin que ello resultara ridículo o humillante para nuestros cineastas? Algo debería legislar la Academia para clarificar posibles contradicciones y superar rancios complejos.

Pero el interés de esa cuestión ha quedado relegado a un segundo plano ante la noticia del fulminante cese de José Luis Cienfuegos al frente del Festival de Gijón, que él y su equipo convirtieron en cita cultural de primer orden, encomiada desde distintos confines del mundo. Noticia esta que a su vez ha opacado la de la salida de Javier Martín Domínguez como director del Festival de Sevilla tras haberlo convertido en plataforma del cine europeo, elogiado incluso por grandes revistas norteamericanas que poco suelen apreciar de las cinematografías europeas. Dos gestiones ejemplares, las de Gijón y Sevilla, truncadas por decisiones políticas con la disculpa de los tijeretazos económicos o por la cazurra aspiración de hacer los certámenes más provincianos. En realidad, una escabechina que no por prevista resulta menos escandalosa. La vicepresidenta portavoz ya dijo que todo esto "no es más que el inicio del inicio", pero no era fácil prever que Cienfuegos y Domínguez fueran a caer en la vorágine y de forma tan precipitada e injusta. A tenor de estas noticias, los Goya, incluido el porqué no están nominadas en ninguna especialidad tal o cual película, no pasa de ser un debate de salón. Abrochémonos los cinturones...

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