Asombro de superficie
A pesar de que se les atribuye la responsabilidad de haber sentado las bases de un nuevo naturalismo superheroico, los Cuatro Fantásticos siempre fueron una ventana abierta a la imaginería surreal. Sus primeras aventuras tenían algo de maleable naturaleza blanda daliniana esperando a ser descontextualizada por Roy Lichtenstein. Sus orígenes fueron un triunfo del estilo, forjado entre el esquematismo hiperbólico de Jack Kirby y la prosa egomaníaca, incendiada y casi publicitaria de Stan Lee. Y estilo es precisamente lo que les falta a las dos películas que ha dirigido Tim Story sobre ellos.
Pero su descarada poca ambición y su apuesta por el asombro de superficie las convierten, casi, en un refresco gratificante dentro de un panorama dominado por el superhéroe con hipertrofia de mundo interior. En manos de un equipo de guionistas que incluye a un guionista de Los Simpson y al co-creador de Twin Peaks, los Cuatro Fantásticos funcionan como la miniatura preescolar de la sensibilidad Marvel en su grado más candoroso. Los Richards están aquí lejos de esos personajes que Rik Moody consideró perfecta metáfora de la familia disfuncional, inspirando lecturas revisionistas como la del cómic Moléculas inestables, de James Sturm y Guy Davis. Incluso Silver Surfer, envarado heraldo de las altas pretensiones que acabarían intoxicando el género, es reducido casi a su pulpa. No hay espacio (ni, por fortuna, tiempo) más que para el perpetuo dinamismo y la chorrada autocombustible. El producto no da gato por liebre, pero, por supuesto, no deja mella.
LOS CUATRO FANTÁSTICOS Y SILVER SURFER
Dirección: Tim Story. Intérpretes: Jessica Alba, Ioan Gruffudd, Michael Chiklis, Chris Evans. Género: ciencia-ficción. Estados Unidos-Alemania-Reino Unido, 2007. Duración: 92 minutos.
Babelia
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