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Reportaje:

Dos barracones mayores de edad

Las aulas prefabricadas de un colegio de Cheste sufrieron un incendio la semana pasada tras 18 años en funcionamiento

Ignacio Zafra

El colegio público Vicente Blasco Ibáñez, en Cheste, es, aparentemente, normal. Lo sería, si no fuera porque frente al edificio principal -planta baja, primer piso, comedor integrado- hay dos instalaciones educativas provisionales, dos barracones metálicos que llevan la friolera de 18 años desmintiendo su carácter transitorio, y en los que estudian 73 niños de tres y cuatro años.

El almacén y los baños incorporados a las aulas prefabricadad sufrieron un incendio el miércoles de la semana pasada, fuera del horario escolar. Así que a la anomalía genérica hay que sumar un montón de sillas y pupitres parcialmente carbonizados, que reposan en el patio; y un intenso olor a plástico quemado y a amoniaco que se cuela en las clases, especialmente a primera hora de la mañana.

El siniestro, del que se desconoce la causa, aunque se apunta a un cortocircuito, ha soliviantado todavía más a los padres, que llevan lustros exigiendo la construcción de nuevos aularios. Una madre decía ayer: "Podéis poner que esto es tercermundista". Otra, calificaba de "delirante que los niños tengan que estudiar en estas condiciones en el año en que estamos". Y una más reflexionaba sobre lo que hubiera pasado si los niños hubieran estado en clase: "Antes por lo menos podrían haber salido por las ventanas, pero ahora, con las rejas que han puesto, están encerrados como ratones".

El interior de las aulas de primero y segundo de infantil -la clase de tercero está en el edificio es exactamente lo que cabría esperar: Los números del uno al nueve colgados de la pizarra, dibujos en las paredes y cajas de plastilina. Lo más molesto para los chavales es que desde el incendio tienen que cruzar el patio para ir al lavabo, acompañados por la profesora. Nuevo motivo de queja para las madres. Primero, porque a veces tienen que caminar bajo la lluvia; y, segundo, porque se quedan solos en el aula, "y a esas edades les bastan tres minutos para armarla buena".

En el Blasco Ibáñez se imparten clases hasta segundo de ESO. Preguntadas por la razón por la que deban ser precisamente los más pequeños quienes estudien en los barracones, las representantes del APA dan una respuesta contundente: Los mayores no cabrían.

En la última reunión con la directora territorial de Educación, las madres volvieron a exigir una solución. "Nos contestó que nosotros tenemos aulas de infantil, y amparándose en que otros están peor no se comprometió a nada".

El colegio lleva 21 años en funcionamiento, tres más que los barracones. Justo detrás de ellos hay unas pistas deportivas, de carácter municipal, que por las tardes son utilizadas por el resto de los habitantes de Cheste. Y hay un solar adyacente al lado del colegio, también propiedad del Consistorio, que ha sido puesto a disposición del colegio para una posible ampliación. "Pero Educación", afirma una de las responsables del AMPA, "ya ha dicho que no lo va a utilizar, no sé si porque no tiene los metros suficientes para construir en él, o porque ahora no tiene dinero". Se habló también, añade, de "llevarse la ESO a un nuevo instituto, pero todavía no lo han empezado".

El problema del Blasco Ibáñez forma parte de otro más amplio. El primero de Julio, la consejería presentó un plan para acabar con las instalaciones provisionales antes de 2006. Aquel día, cifró en 380 los barracones existentes en suelo valenciano, de los que más de la mitad, 252, están en Alicante.

Los padres mantendrán hoy una reunión con la concejala de Cultura, y barajan llevar su protesta a la sede de la consejería.

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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