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Reportaje:TERRENCE MALICK | Director y guionista, Palma de Oro en Cannes

El ermitaño de oro del cine mundial

Gregorio Belinchón

En algún lugar del mundo, incluso puede que en el mismo Cannes, un señor de 68 años gordito, calvo pero con melena cana posterior y barba ha celebrado una Palma de Oro. Es probable que a su lado estuviese su esposa. Pero poco más se sabe del presente de ese cineasta, de nombre Terrence Malick, y que parece acercarse poco a poco a lo que sus compatriotas escritores nunca han logrado: la gran novela americana, que en su caso será película, esa obra monumental que resuma en su interior el alma estadounidense, la esencia de una nación-continente.

No se sabe exactamente dónde nació -¿Ottawa en Illinois? ¿Waco en Tejas?- pero sí el día, 23 de noviembre de 1943. Descendiente de libaneses, su familia no paró de viajar de un lado a otro siguiendo a su progenitor, hasta que se graduó en Austin (Texas), ciudad donde, se supone, aún vive. Ese ambiente religioso, que absorbió en su educación episcopaliana, colorea la parte central de El árbol de la vida. A Malick los estudios se le daban bien y en Harvard se graduó cum laude en Filosofía en 1965, educación que completó en Oxford, donde no acabó su tesis doctoral -el concepto del mundo en Kierkegaard, Heidegger y Wittgenstein, ahí es nada- por desacuerdos con su tutor. Durante un tiempo se ganó la vida como periodista, escribiendo en Newsweek, The New Yorkero Life. Mientras, empezaba a madurar su salto al cine. Una disciplina en la que ha acabado brillando como el marciano genial que es, al vertiginoso ritmo de cinco películas en cuatro décadas.

No quiso presentar la obra ganadora en público, aunque estaba en Cannes Su carácter emula el de Kubrick: alejado de la prensa, no de los espectadores
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Malick entró a estudiar en el American Film Institute, dirigió el corto Lanton Mills con Warren Oates y Harry Dean Stanton, realizó un borrador de ¡Grandes bolas de fuego! (que no se rodaría hasta 1989), metió mano en el guion de Harry el sucio y escribió Los indeseables para Paul Newman y Lee Marvin. Tras entregar un guión en Paramount que no fue aceptado, Malick decidió que desde ese momento dirigiría sus libretos. El primero fue Malas tierras (1973), una densa historia de amor interpretada por Martin Sheen y Sissy Spacek. Aunque el drama amoroso se desarrolla en los años 50, Malick contaba, cuando aún concedía entrevistas, que huía de la nostalgia porque prefería la "atmósfera de cuento de hadas".

El éxito de una película tan barata hizo que Paramount le apoyara para levantar Días del cielo(1978), tempestuoso triángulo amoroso durante la Gran Depresión. El estudio no sabía lo que hacía: Malick, Néstor Almendros, su director de fotografía, y el montador se estuvieron dos años encerrados en la posproducción, cosa que casi acaba con el productor Bert Schneider, aunque a cambio lograra el premio a la Mejor Dirección en Cannes y el Oscar a la mejor fotografía.

Malick nunca ha tenido un carácter a lo Salinger sino más bien a lo Kubrick: alejados del mundanal ruido, escondidos de la prensa, pero no de la gente. Por eso sabemos, por ejemplo, que estos días ha estado en Cannes (fuera de los focos, eso sí) o que se ha casado tres veces. A finales de los setenta empezó a escribir otra película, Q, sobre el origen de la vida (sería finalmente el embrión de El árbol de la vida), se mudó a París dos décadas, redactó varios libretos, y solo volvió a un rodaje a finales de los noventa, cuando realizó una muy libre versión de la novela de James Jones sobre la II Guerra Mundial: La delgada línea roja. Malick rodó tanto y con tantos actores que algunos se llevaron un chasco: George Clooney solo sale en una secuencia y no queda ni rastro de Viggo Mortensen, Lukas Haas, Gary Oldman, Mickey Roorke o Martin Sheen.

Tras año y medio de trabajo junto a Steven Soderbergh en un guión sobre el Che Guevara, abandonó el proyecto para filmar El nuevo mundo, la relación de amor entre el capitán John Smith y la india Pocahontas en la Virginia de 1600. Y de ahí a El árbol de la vida, la vieja Q rodada en 2008, perfilada por cinco montadores en tres años de posproducción. Su nueva película, con Ben Affleck, Rachel McAdams y Javier Bardem, ya está filmada. ¿Cuándo la podremos ver? Eso es otra cosa.

El director Terrence Malick, durante el rodaje de la película <i>Días del cielo,</i> en 1978.
El director Terrence Malick, durante el rodaje de la película Días del cielo, en 1978.CORDON PRESS

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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