“Todo empezó con la camiseta de Croacia”
EL PAÍS ha entrevistado a Juan Díaz, un aficionado del fútbol que en 1998 inició una colección de jerseys que a la fecha ronda el millar de ejemplares
Juan Díaz, un ingeniero biotecnólogo de Ciudad de México, comenzó a coleccionar camisetas de fútbol después del Mundial de 1998. El tercer puesto logrado por la selección de Croacia, comandada por el entonces delantero del Real Madrid Davor Šuker, así como las historias que le contaban sus padres sobre la Guerra de los Balcanes y la separación de Yugoslavia, lo llevaron a buscar el histórico jersey a cuadros del equipo. Fue con esa prenda que Díaz, en aquel entonces de 11 años, inició su colección. Con los meses fueron llegando más camisetas de diferentes selecciones y clubes. Un par de años después, su hermano, cinco años menor, se contagió de esa afición. Ahora, casi 25 años después de la gesta croata en Francia, la colección de los hermanos Díaz ronda los 1.000 ejemplares de jerseys de alrededor de todo el mundo.
En México, conseguir camisetas de fútbol solo es sencillo si se trata de las grandes selecciones y clubes. Sin embargo, esas no son en lo absoluto los objetos de deseo de Díaz. Su colección consta principalmente de prendas de naciones asiáticas o africanas, de clubes de países latinoamericanos, o de equipos de pequeños Estados europeos, entre muchos otros ejemplares de difícil consecución. “Cuando éramos niños buscábamos los jerseys de equipos como el Barcelona o el Manchester United, pero le fuimos perdiendo el gusto a esas camisetas porque son muy fáciles de conseguir, las hay hasta en los supermercados. Hoy en día nos interesa mil veces más comprar la camiseta de Angola que la de Brasil”, asegura el biotecnólogo de 35 años.
Díaz siempre ha tenido claro que las piezas de su colección no son para tenerlas enmarcadas en los muros de su casa. “Es ropa, y la ropa la usamos. Antes me vestía todos los días con camisetas de fútbol diferentes, y llamaba mucho la atención de la gente verme con jerseys de lugares de los que ni siquiera sabían su existencia. Hoy en día ya no las uso tanto, aunque no tengo planeado dejar de coleccionarlas”, explica el biotecnólogo. Sin embargo, almacenar un millar de camisetas de fútbol no es cosa sencilla. La mayoría de ellas ya no tienen cabida en los armarios. Díaz y su hermano han tenido que guardarlas en maletas, bolsas plásticas y unas cuantas en una bodega propiedad de la familia. En el vídeo que encabeza esta pieza, el biotecnólogo regresa a la habitación en la que creció para redescubrir algunas de las prendas con las que dio inicio a una colección que mes a mes incrementa sus números.