La vida subterránea: en las entrañas de los túneles de la M-30
EL PAÍS se adentra en el subsuelo de la circunvalación madrileña para acceder al centro de control, un Gran Hermano con casi dos millares de cámaras que velan por la seguridad del conductor
El centro de control de la M-30 de Madrid es un búnker con acceso directo a los túneles de la autovía. Una sala desde la que 24 operadores velan por la seguridad y el buen funcionamiento de la primera circunvalación de España, que comenzó a construirse hace ahora medio siglo. Pendientes de 1.800 cámaras, estos técnicos ejercen como un Gran Hermano que escudriña el subsuelo en tiempo real. Sus ojos son 18 pantallas de alta definición que muestran la vida subterránea del trazado y alertan ante cualquier incidencia. El oído está en las estaciones con fibra óptica que registran y transmiten información como la densidad del tráfico. La autovía también respira, y lo hace a través de unas enormes turbinas que recogen el aire contaminado y lo filtran antes de devolverlo limpio a la atmósfera.
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