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Vídeo | Un día con los civiles ucranios que componen las unidades de defensa territorial

EL PAÍS acompaña a los civiles que integran las unidades de defensa territorial

Un miliciano ucranio armado.Foto: H. A | Vídeo: H. A / Adriana Cardoso

Cuando la noche del 24 de febrero el presidente ruso Vladimir Putin declaró la guerra a Ucrania, las Unidades de Defensa Territorial (UDT) colgaron en su página de Facebook el siguiente anuncio: “Ucrania ha entrado en modo de defensa total. Cualquiera que esté listo y sea capaz de sostener un arma puede unirse a las Unidades de Defensa Territorial en su región”. Las UDT se habían formado antes de que estallara la guerra. Durante meses, civiles de todo el país formaron milicias que, si bien están amparadas por el Ejército regular, se organizan de manera autónoma. Pero solo con la guerra adquirieron la dimensión que tienen. Aunque su número es secreto, se calcula que lo forman millones de hombres y miles de mujeres. La que a priori era su debilidad –estar formadas por civiles sin formación militar, por cualquiera “capaz de sostener un arma”– ha demostrado ser su mayor virtud. En el vídeo que acompaña a esta noticia vemos cómo Mariano, padre de familia con una condición médica que le impediría ser parte del Ejército regular, desempeña labores de vigilancia en el acceso a su pueblo, integrado en la UDT local. Los vecinos llevan aquí desde el segundo día de la invasión organizando puestos de control. Aunque la guerra no ha llegado del todo –el bombardeo más cercano fue a decenas de kilómetros y el frente más cercano está a 500 kilómetros– la tensión y la militarización de las calles es total. Todas las carreteras del oeste están controladas por las milicias. Esto permite que el Ejército y las UDT más preparadas –aquellas formadas por veteranos de la guerra del Donbás– se concentren en el frente.

En una pequeña ciudad cercana al pueblo donde patrulla Mariano, otra UDT recibe a EL PAÍS con la condición de que no desvelemos ni su ubicación ni sus identidades. Paradójicamente, los milicianos que están en el frente combatiendo son fotografiados con mayor facilidad. En la retaguardia se desconfía de cualquier detalle que pueda ayudar al enemigo ante la eventual decisión de extender la guerra también al oeste. Otra de las fortalezas de la UDT es que han conseguido involucrar a una parte muy significativa de la población. Aunque la mayoría de los milicianos son hombres, cientos de miles de mujeres participan cada día en labores logísticas. Tejen redes de camuflaje que se usan en los puestos de control, cocinan para quienes montan guardia, transportan toda clase de materiales entre un puesto y otro. También los adolescentes colaboran. Jóvenes que aún no han alcanzado la edad militar gestionan un pequeño local donde se almacena material táctico que van a enviar al frente. Son un eslabón más de una estructura militar cuyo máximo responsable es el alcalde. Los jóvenes hablan con admiración de los soldados del pueblo muertos en combate. Algunos eran solo un par de años mayor que ellos.

Además de la bandera nacional, hay un símbolo presente en el local de los chavales, la barricada de la calle principal y el puesto de control donde hace guardia Mariano. Es la bandera rojinegra del Ejército Insurgente Ucraniano (EIU), organización armada fundada en la Segunda Guerra Mundial. Roman S. es el alcalde del pueblo donde vive Mariano. En la pequeña alcaldía, una austera cada de madera de apenas dos habitaciones, no solo hay varias banderas rojinegras sino los retratos de Stepán Bandera y Román Shujévych, líderes del EIU. Roman asegura que, aunque la propaganda soviética tilda a Bandera y Shujévych de colaboracionistas de los nazis, ellos solo fueron nacionalistas que lucharon por la independencia de Ucrania. En la entrevista con EL PAÍS también afirma que Bandera murió en un campo de concentración soviético. No es cierto, murió en Munich (Alemania) en 1959, envenenado por la KGB. Tampoco es verdad que no colaborara con la Alemania nazi. Su participación activa en el Holocausto y el asesinato en masa de población polaca está ampliamente documentada. El nacionalismo ucranio reivindica a Shujévych y Bandera como líderes nacionales. El nombramiento a título póstumo de Héroe de Ucrania y la posterior anulación es solo uno de los muchos episodios en la polémica de un país que no ha hecho las paces con su pasado. El enfrentamiento con Rusia –desde 2014 en el Donbás y Crimea, y ahora en todo el país– ha sido utilizado por los nacionalistas para cortar el debate por lo sano. Ahora que la prioridad de todo el pueblo ucranio, más allá de ideologías, es resistir a la invasión, se ha banalizado y extendido el uso de unos símbolos que, para gran parte de la población, siguen siendo controvertidos.

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